
En ocasiones todo parece salir mal. Nos sentimos emocionalmente heridos y descendemos, con nuestros demonios, a los parajes más oscuros de nuestros miedos. Podría haber hecho, debería haber hecho, no lo debí permitir, tendría que… Este poema habla de ese momento en el que ya estamos cansados de ese martirio. Decidimos abandonar la tiranía de nuestra propia mente y ya no nos importan sus machacones mensajes de culpa o de rabia Y, curiosamente, en este momento, comenzamos a sentirnos mejor.
Reinvento mi grito, hoy
no hay brebaje que calme la comezón de mi piel,
ese purito intenso que da bienvenida a la noche,
ni siquiera el alcohol más puro,
aunque se mezcle con miel y aguacate.
En esta historia, me he perdido algo
y no soy ya capaz de seguir el hilo
Todo me suena a teleserie,
quizás tenga detrás un muerto viviente,
demasiado drama para una comedia.
Pero, es curioso, en realidad, me siento bien
ya no me importa que la lava caliente mis pies,
o que no exista conjuro que me rescate de esta vuelta
sin billete de ida a mi particular infierno.
Es latoso tener que resurgir,
aunque todos lo hacemos,
pero hoy me quedo en este lado oscuro,
resiliente a la sombra de mis ojos.