
Mi cara,
sobre los bordes del agua,
apenas mantiene sus rasgos.
La luna me oscurece,
declamando,
un cántico infantil
El patio de mi casa…
No hay patio en mi casa.
Se cerró,
cuando te fuiste,
cuando me fui,
depositando parte de mí en esta demencia,
como una llave a plazos,
el timbre de una letra sin fondos.
No me encuentro,
mis ojos están oscuros,
quiero la bala de plata,
la purga,
el sarcófago,
la lluvia pausada depurando
la vida,
y qué vengan a mí
todas las flores
que un infinito jardín sea un principio,
porque las criaturas del invierno
no encuentran acomodo en primavera.