En un día de esos que el trabajo te sale por las orejas, me tomo un respiro y recupero una antigua entrada, sobre el amor reincidente.
Dice la leyenda que hay amantes que se reencuentran una y otra vez en sucesivas vidas hasta que aprenden a convivir sin su soberbia, y es entonces, cuando quedan unidos para siempre.
Dicen que puedes distinguirlos por una llama azul sobre el hombro izquierdo.Si lo ves, aunque sea un roce, un instante o toda una vida, sabrás que es él/ella…
Porque hay llamas que no cesan…
Aun recuerdo ese adiós,
el que nos dimos,
cuando nos huimos,
y nos fuimos
mirando hacia delante,
temiendo regresar,
por un instante,
siempre es hábil cegarse,
apostando al boleto de la pérdida
en las lagunas de los desaciertos.
Hay quien dice
que, en otra vida
nos volveremos a encontrar,
y cuando ello suceda,
nos amaremos
de nuevo en mil intentos.
Cuando te ibas
yo me dí la vuelta
y pude ver
la llama azulada
sobre nuestros hombros.
Hay una historia inconclusa
en nuestro retroceso,
ahora vuelvo cada día,
a aquel lugar,
por si tú,
quisieras,
volver a mirarme.