Miro de espaldas
al poniente,
para ignorar tu laberinto,
He perdido mi estrella,
la que renace
cual escudo,
en la nebulosa de orión,
ese blindaje,
rotante
en la trinchera
de mi antebrazo,
No quiero soltarla,
que permanezca en mi bolsillo,
imperceptible.
Mi propia piel,
está distante,
explosionando
la gravedad terrestre
y el sonido,
es el aullido
de las noches de luna y desconcierto.
Lo que mi oído no escucha,
lo que mis ojos no ven,
en el no sentido.
Lo obvio es ver la salida,
Lo no obvio es comprenderla.
La densidad insostenible
de quien aguarda
la tregua.
PD. Estimado Walt, estimado León Felipe, no siempre somos conscientes de que puede existir un mundo dentro de nuestros mundos y que quizá no nos guste ninguno.
👏👏👏sublime. Un saludo
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias!!! Un honor ese comentario, Pippo!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Excelentes versos!!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Reblogueó esto en El Noticiero de Alvarez Galloso.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias!!
Me gustaMe gusta
Muy buena tu poesía. Se disfruta al leerla.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias!!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona