
Unos buscan un alfabeto
para escribir en la lengua de los ángeles,
otros la palabra mágica,
que les abrirá desconocidas puertas,
en el anclaje de los espejos.
Los más, son escépticos,
aunque, a veces, vagan
buscando el grimorio primigenio
en su videojuego favorito.
Todos quieren el secreto.
El tesoro.
El as bajo la manga,
el comodín del sabio
y la esperanza del iluso.
Pero nadie sabe tanto como un niño,
cuando descubre la luz,
y se maravilla,
de su suave reflejo
en las hojas de los árboles.
Él tiene el secreto:
Mirar la vida
con nuevos ojos.
Sorprenderse
con el vuelo de una mariposa,
jugar con la arena,
saltar las olas
y reír, reír, a carcajadas.