Y quién si no aquel que ha visto la oscuridad puede conocer la luz.

Has navegado por aguas tan oscuras
que tus ojos conservan ese brillo apagado
del tránsito del dolor.
Has reparado tus grietas, un punto de partida
para reescribir la memoria.
No debe pesarte, yo te digo
y me miras incrédulo, constante
rozando la vista con el suelo.
Sigues mis pasos con asombro
por la añeja calzada de regreso.
La vida es siempre una partitura abierta
y el futuro una sinfonía inacabada.
Cuánto duele lo que ya no es, dices
cuánto me duele…
Mientras, sigues rodeando de rosas
las piedras del jardín.
Lo ves, tu nuevo bien es mi bendición.
Ahora puedo oler esas flores…
Como un ánfora de piezas rotas
en las profundidades del océano
te bañas en el agua de tu nombre,
tu nombre renombrado,
y eres luz reconstruida
sobre la montaña de tu rostro.
Reblogueó esto en El Noticiero de Alvarez Galloso.
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Gracias!
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