Me desafío, me reto,
me invento y reinvento
Me creo, quizás me crezco
El mar se me antoja muy lejos
y mis manos no sirven de remos
reencuentro, me siento,
sé que hay lugares oscuros, pero muy propios
que rehúyo, que dudo, temiendo.
Es complicado reconocerse
batiendo salvaje los propios muros.
Me veto, me impido, me intento
me importuno, me alejo, me cerco
El miedo se apodera en este trecho
El oleaje de mi mente me nubla
Pero el silencio me empuja
Y es entonces, cuando
me invade una energía impropia
que me sumerge en un espacio interior
donde el sonido y el color se asemeja
donde los rostros no tienen imagen
y ya nada se aplaza.
Inhalo la vida, me concentro, observo
y una pequeña flor resurge sobre mis ojos
para recordarme que tras el peligro
se encuentra un jardín de flores incontables.