Quizá este poema,
debiera tocarte,
como un ángel,
abrazado a tus pies
y así elevarse
sobre acantilados abruptos,
mar de invierno
y huracanados vientos de palabras.
Quizá, si
quizá debiera tocarte,
haciendo que tu piel se sonrojara,
mientras la uva tinta se desboca,
humedeciendo los labios de la noche.
Pero este poema,
hoy,
solo desea hablarte,
arañarse, morderse, desarmarse
en la desnudez que un aguacero
va dejando visible tras la ropa.
Este poema grita, se revela,
no quiere seguir métrica ni estrofa,
solo,
pretende hablarte,
dejando que sus versos
aniden en los árboles más viejos
y si fuera posible
en tu ventana
para ser pronunciados en tus sueños.
un