Como dice mi querida Pilar Astray Boadicea los días señalados han de ser todos los días. Nunca suficientes para sensibilizar sobre la lacra silenciosa del maltrato. Me permito compartiros un corto, dirigido y guionizado por ella, producido por mundos flotantes.
Sustento

Ella tenía las manos cargadas
de piedras preciosas
para engalanar la fachada.
La pintura era reciente y las paredes
parecían estrenarse, remontarse,
al esplendor inicial de sus orígenes.
Había buscado albañiles,
agrupado las piedras
y elegido los colores más bonitos.
las flores más preciadas,
para el jardín.
Pero ella estaba dentro,
no fuera
y cuando se aproximaba al espejo,
nada encontraba.
El vacío cabalga traicionero,
sobre todos los pensamientos.
No era ese el sentido
de lo que estaba buscando.
Encontrar la llave
siempre implica,
un leve retroceso a los principios,
recuperar la mirada,
versionar la realidad desde muy dentro.
Por eso, ella tomó el espejo
y lo lanzó, rompiéndolo en pedazos.
Un instinto inexplicable
se apoderó, cual fantasma,
de la balanza de sus emociones.
Esa intuición que anuncia el cambio,
que quebranta, rompe, deconstruye
los aciagos condicionantes,
que renace, renueva, construye
en el resurgimiento de la aurora.
Cuando falta el cimiento,
el sustento,
de toda construcción,
falta el sentido
con el que se imprimen los paisajes.
Una rama entre muchas

Érase una vez, en un universo muy lejano, un pequeño planeta donde los árboles hablaban entre sí. El bosque era bullicioso y alegre, un refugio para todas las aves y criaturas que lo habitaban. El árbol madre, maravillado por el hermoso paisaje que habían construido los árboles, dio a cada rama su individualidad y el don de la palabra. Y así llegó el día que las ramas pudieron hablar también entre sí, presumir de sus elegantes hojas, competir por su verde más intenso, los frutos más exóticos. Las ramas empezaron a compararse con las otras, a repudiar a aquellas que tenían menos frutos o las hojas menos verdes, más diversas. La vida en la unidad del árbol era insoportable y los bosques se convirtieron en un lugar desagradable para las otras criaturas vivientes. La Madre de los árboles decidió separarlos y de un soplo transformó el bosque en una amplia llanura donde plantó independiente cada rama de los árboles y ocultó sus troncos tras un velo invisible, el cual no se alzaría hasta que abandonasen su ceguera por sentirse únicas. Como no tenían raíces, las ramas comenzaron a secarse. Ya no había alimento para su verdor, no daban espléndidos y coloridos frutos. Sufrieron mucho para sobrevivir, debieron alimentarse de lo que pudieran encontrar bajo la tierra. Un día, una misteriosa estrella se compadeció de las penurias de las ramas e iluminó su penumbra. Las ramas fueron conscientes de que había perdido su verde. Se veían tan oscuras y tan débiles. Las lágrimas comenzaron a brotar de la endeble cáscara que les recubría. La tierra se humedeció y comenzó a reverdecerse. Los troncos se hicieron visibles y a cada rama le fue permitido volver a ocupar su lugar. Comprendieron que su mejor realidad era formar parte, todas juntas, de la maravilla de los árboles.
Soy una rama, parte de lo que he venido, de los que me han precedido, lo que me es mostrado como presente, lo que será el futuro. Soy una entre muchos y entre muchas uno. Las leyes de la naturaleza muestran que la mejor versión de uno es la que no se comprende sin los otros.
Multi-versos y el lápiz de colores








Surrealidades

Me pregunté soñando si podía
transformar la palabra en una puerta.
Y vi un lugar sin techo, con dos soles,
dos sillas, una estancia que desierta,
parecía ocuparse por las nubes
de este invierno tan gris y sin aliento.
Era mañana, blanca, abierta al día.
El silencio era música y mis manos
en baile improvisado, eran ventanas.
Una mujer cantaba sobre una caracola,
el bosque era frondoso. Se hizo noche oscura,
dos círculos inmensos juntaban sus dominios
y en esa intersección de los espacios,
hallé este verso huido y pasajero
del mundo de los sueños y los soles:
Si las palabras pudieran transformarse
en esta irrealidad que sobrecoge,
escribiría, amor,
todas las letras de tu nombre
para poder sentirte aquí conmigo.
VIRIDITAS

Benedicta viriditas ( Bendito verde)
Reverdece,
siembra,
en laberintos,
sobre todas tus ramificaciones,
sánate,
permite que el agua acaricie
todas las grietas,
resurgiendo,
los tallos más verdes
en cada oquedad de tus heridas.
No importa dónde estés,
ni a dónde vayas,
la edad que tengas,
ni cuáles son tus miedos,
todo bosque conlleva
una salida al mar,
como todos los tránsitos,
los hoy no transito,
son solo fragmentos
de esa primavera venidera.
Reverdece,
cuida, protege, abrázate
riégate, espera,
y no decaigas,
comprende
que no podemos ver los frutos
sino después de sembrar nuestra cosecha.
Reverdece.
Enfoque

LAS PALABRAS, a veces, se agrian,
asustando a la mente,
destronándola de su infinita ansia
de seguridad.
Adrenalina. Vuelta al ritmo conocido.
Rutina. Pauta. Norma.
Un soplo de aire frío.
LA MENTE que aconseja,
no te salgas de las marcas
marcadas de la ruta
con migas de pan y de papel.
Volvamos a casa,
a un lugar seguro.
Más vale el invierno de chimenea
que una primavera prometida.
ALTO ahí, la intuición se queja,
tú eres la capitana de este navío.
No dejes el timón a quien aburre
con sus consabidas rumiaciones.
ESCRIBO
a mi estimada mente racional,
eres una sutil herramienta
para mi supervivencia.
Pero esta vez no te haré caso,
no quiero aceras del miedo y de la duda,
yo busco la frase escondida
en cada amanecer.
Un mal enfoque
tiene mucho que ver con la lente que elegimos.
Siempre

Eras como una luz que prende las cortinas
transformándolas en una aurora indisciplinada,
rebosante de ganas de sentir la vida,
como quien nunca se desprende de sus botas,
esas botas infantiles capaces de surcar los charcos
alegre y bulliciosamente.
El as bajo la manga, el mago
de las guerras galácticas con los nietos.
Eras una de esas buenas personas
que siempre te dejan un sabor intenso
en cada palabra que pronuncian.
No existe el desánimo, ni la artrosis
es capaz de doblegar los saltos
que rememoran oníricos las nubes
con algodón de azúcar y arco iris.
Eras, y sin duda eres, porque este transito
para ti no será ningún misterio
y abrazarás el espacio de los tuyos
como un faro en la noche intempestiva.
Siempre estarás cerca. Nunca lejos.
En todo pensamiento de los tuyos.