No hay cordura en el regreso
Cuando el tiempo se detiene
insólito en la cordillera de tus ojos
Retornando la memoria de nosotros
Pausa y fuego de luz abierta al eco
Que proclama tu nombre en cada verso
No hay cordura en el regreso
Cuando el tiempo se detiene
insólito en la cordillera de tus ojos
Retornando la memoria de nosotros
Pausa y fuego de luz abierta al eco
Que proclama tu nombre en cada verso
Quien clava espada, por la espada muere
cruel batalla de sombras innombradas
entre los flancos abiertos donde duele
cualquier estoque de hielo en la mirada
En esta lid asida a los reproches
enreda el mar batido entre sus brotes,
yo ya no encuentro motivo de combate
no quedan sueños de paz en este ataque
ni otro sentido que encuentre donde fuere
aquel reducto donde el amor se muere
y desistir me trae sueños de flores
en ley de ancestros de círculo marcada,
manos que rozan la suerte ya alejada,
del fuego hostil que acabará mañana
cuando la noche se teje inacabada
en la esperanza de que nada te nombre
Nada que asome de la salmuera blanca,
nada retome el agua apalabrada,
única en soles de amor amurallada
sobre una roca de nubes expectante
Nada que surja hoy será un instante
en este tiempo de vides en gargantas
irreverentes, toscas y entregadas
a cualquier hueste de luz que venga clara
a resurgir cual fénix de la nada.
Son tus ojos el templo de los sueños
navegantes hacia sol
iluminando el atarceder más largo
en el solsticio de mis sensaciones
Te invoco en fuego
sobre la piedra milenaria
para que esta larga noche
y todas las demás noches
sean precursoras de tu bienvenida
amurallando el reto
destapando la luz
juramentando
la vibración candente del deseo
En la precesión de mi memoria,
hacia los 360 grados de tus noches
reencuentro el aroma de tu ropa,
la bendición estrellada de Centauro
sobre la incesante cascada de tus besos
Permuto hoy este grado y aquel día,
un trueque sobre el eje de los tiempos
en búsqueda del sur de tus miradas
y siento todavía que te quiero
La vida, a veces, nos sitúa al borde de un precipicio. Y nosotros, no pocas de esas veces, no nos ayudamos mucho, embaucándonos tras la queja o la desesperación. Para esos días recupero un poema que escribí hace tiempo.
Nada es igual que ayer
al menos, como hoy lo ves,
lo que se va y lo que viene,
lo que fuiste y lo que tienes,
Nada es igual que ayer
Ves, tu cuarto, huele a menta
y esa luz que hoy alimenta
los rincones, las macetas,
y que tu cuerpo perfila,
entre tonos violetas
se tropieza con las lilas
que asoman a tu cintura,
lo ves, ya se fue la duda
y también esa amargura
Nada es igual que ayer.
Porque el dolor ya se fue,
al menos como hoy lo ves
Nada es igual que ayer.
Entre nosotros
existe un puente a medio construir
pero nunca deja de fluir el agua
humedeciendo mis sentidos
Allá en el lugar a donde van los sueños,
se encuentra aquel tú tuviste un día
¿Recuerdas? Se repetía,
en todas las tardes nuevas de tu infancia
y te sentía…
feliz imaginando cada historia que contabas
sobre las ramas de los árboles,
grabando las palabras,
como conjuro de ventura y realidades.
Eras aquel actor que exprime el tiempo salvaje,
aquel que no rinde cuentas al oráculo,
libre de cualquier ruta de viaje
sin rumbo definido en cada paso incierto.
Allá en aquel lugar a donde van los sueños
Se encuentra áquel, si, tu sueño
yo ya lo recuerdo:
Alzar los ojos y a pulmón abierto,
sentirse pleno sobre cualquier desierto,
Volar, soñar, seguir al fin al cabo y no rendirse,
Vivir infinitivo, marcado y siempre nuestro
Allá en aquel lugar donde se van los sueños,
Existe todavía,
Aquella caja de metal que lleva tu nombre
Y aunque quizás hayas perdido la llave
No importa…
hoy te la traigo, subliminalmente en este verso
Agítala y deja que se expanda el cofre de deseos
Si olvidas tu miedo
nunca es tarde
para cumplir aquello que queremos
La noche poderosa
se tornó violeta
dibujando en el cielo
el velo de un cometa
que se acerca despacio
al borde de tu puerta
dejándote una rosa
de temporal belleza
para que te ilumine
con su sola presencia
Cuando dos almas se encuentran
y están predestinadas
Lo saben al principio
Aunque no digan nada
Se aman en silencio
Abrazan la mañana
Y se cruzan un beso
Con su sola mirada