Cuando me besas
tus ojos visitan los míos
y se sueñan en tiempo infinitivo,
para recordarse en el presente
Por eso, es tan fácil amarte.
Cuando me besas
tus ojos visitan los míos
y se sueñan en tiempo infinitivo,
para recordarse en el presente
Por eso, es tan fácil amarte.
Ya se me olvidaba contaros cómo fue.
El día 27 de septiembre se presentó Un alfabeto para amarse
En el Museo Municipal López Villaseñor de Ciudad Real.
Fué un bonito día, de firmas
Con la magnífica voz de mi queridísima Boadicea, dando timbre y aire a mis poemas
y brindamos
Yo, mi queridísma Pilar Astray Boadicea y Charo Fierro
y todos los asistentes
y continuó…
Gracias a todos por los ánimos previos.
Tú y yo,
somos como una constante,
la carga elemental
y permeable,
más unida
siquiera,
como unos polos
imantados
bajo el claro de la luna
Tu mirada es el código secreto
en el que se confiesan los besos,
la suma binaria de mis cifras,
en el decimal de tu presencia.
En la víspera de su presentación en Ciudad Real, el poemario va cobrando vida.
A veces no damos importancia a los regalos de la vida, salvo, cuando se marchitan.
Una rosa te di,
como palabra
de pétalos cobalto
y verde oliva,
de risas maceradas en paciencia,
soñante de venidas,
paraguas de aguaceros,
una rosa te di,
empoderada.
Esa rosa pequeña,
de amplio cáliz,
la que se marchitó
por no cuidarla.
Observo el autobús, detenido, en su parada
y no hay asiento para mí,
pero se abren las puertas,
hay gente que me dice que entre,
mientras yo me refugio en el anonimato de un portal,
sin querer subir,
sin querer salir,
sin más explicaciones.
Yo ya no puedo tomar esa parada
ya no me llevará a ningún lugar,
porque yo ya no estoy en ninguna parte,
soy una errante,
con ganas de asaltar
a mi propia sombra,
de perpetrar un atraco
a los depósitos de mi presente.
Por eso hoy no me gustaría tener más piel
que la mía propia,
ya se me ha agotado el espacio en la caja de los golpes,
y no tengo repuesto en mis tacones.
Mente en blanco,
respuesta, no dolor,
alfil en cuadro,
mente partida,
oblicua en el tablero,
mente embargada
ausente en el diario,
suplicante una mano que le empuje
a cualquier parte,
a cualquier autobús,
a cualquier día.
La luna ya no me avisa
de la luz de tu mirada,
tus ojos ya no responden,
entre mentiras calladas,
agujeros en esquinas
de todas nuestras palabras.
Y mientras pasan los días,
y tú crees que me engañas,
yo ya solo tengo lástima,
de lo que fuimos un día,
cuando el amor se bastaba.
Precisaría cien vidas,
o quizá mil,
para que pueda ver rutina en tu sonrisa.
Y sin embargo,
no preciso ni un segundo sin ti,
para contar mil vidas.
Esperando el tren, presiento
que los 25.000 voltios que anuncia el poste eléctrico
desafiando la vía,
no serían hoy suficientes para hablarme,
ni siquiera para optimizarme
como un androide cualquiera, viajante,
a las profundidades del otoño,
y ya van más de tres, los poemas
que se «auto-liberan»
desafiando todas mis premisas,
las confabuladoras de emociones,
desde la ajenidad imaginaria.
Y ahora, aquí, estoy,
tan presente y tan
ausente, de metáforas,
se perdieron en un frasco de café,
reñidas en mis identidades divergentes.
El rayo que no cierra las heridas
y el páramo de toda encrucijada.
Sin duda, si no fuera tan emocional,
todo pudiera ser perfecto,
caminar a mi lado en homogéneos trazos,
pero mis curvas son imperio entre mi ropa
y en el universo de mi mente,
así lo será,
soy concentrado
a veces peligroso
del azar del tiempo.
Todo pudiera ser bonito
sino supiera lo que piensas.
La luna no protege el canto de las sirenas,
mira cómo mece el sonido del viento
La tarde está en silencio
y hay quien no escucha la canción.
Siempre
esta maldita sensación de haber equivocado
todos mis rumbos,
mi isla no es de este océano,
no hay viraje
que no exija una pérdida.
Yo soy la postura que emborrona,
más confusa que nunca,
la tinta sobre el papel,
la que derrama,
las lágrimas,
sobre la fotografía de tu ausencia.
Lástima que no te duela, lo que a mí me duele.