Todavía te quiero

 

Mis pies,

como pinceles,

sobre el terrazo,

tatuando de rosas,

el quebranto de sus piedras,

rellenando,

la sinrazón de tu ausencia.

 

Acrílico delineando

las desventuras,

entre el huecos dedos,

acantilado de recuerdos,

precipitándose

sobre mis estrofas.

 

Todavía te quiero

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Solsticio/ O cepo do nadal

La ruta hacia tus manos,

transita todos los compases

que marcan nuestros cuerpos,

bajo la adherencia de los tiempos

y la sindicación de este solsticio.

 

El viento dispersando

la pradera de anemones,

báculo y lecho sobre el que descorchamos

la celebración de los encuentros.

 

Campanario de sauces asintiendo,

la fogata del tronco

en el renacimiento de los verbos.

 

Así es la trinidad de las edades,

clamando,

al imponente sol de este comienzo.

 

El secreto de Santiago López

                  

                  La familia de Santiago era una familia feliz.  Sus abuelos, siempre tan sonrientes, Ángel y Laura, sus padres, Lisa y Quique, y su pequeño hermano Luis de siete años. Santiago tenía ya quince años y era un gran aficionado a la astronomía. Podía pasar noches y noches contemplando las estrellas. Su abuelo le observaba y le decía siempre la misma frase: «En algún momento todos seremos una estrella de ese firmamento».

                Todos vivían en una bonita casa en el centro de la ciudad, con un impresionante jardín de margaritas. Sí Margaritas, porque a la abuela de Santiago le gustaban mucho las margaritas. Un día la abuela se puso mala, muy mala. Santiago tuvo miedo y rezó, rezó mucho para que se curase. Sorprendentemente pasados dos días el milagro se hizo y su abuela, de ochenta años, volvió a florecer tan impresionantemente fuerte como sus margaritas. Otro día su padre tuvo un fatal accidente. Eso sí que fue terrible, pensó lo peor, pero mirando al firmamento pidió a las estrellas que lo curasen. Y así se hizo.  Por eso Santiago se sentía tan seguro contemplando el cielo desde la ventana de su cuarto.

              El abuelo llevaba tres días algo molesto, así que llamó a Santiago.

  • Santiago, ven, debo contarte algo

               Santiago accedió. El abuelo abrió una puerta secreta, y tanto, jamás hubiera pensado estaba ahí, tras el hueco de la escalera y llevaba a una gran estancia, en la que había máquinas que nunca había visto, ordenadores, impresoras 3d muy sofisticadas y otros artilugios que no conocía. En una cámara adyacente el más terrorífico escenario. Unos robots que parecían de carne y hueso con la apariencia de su abuelo, de su madre, de Luis y de él.

  • Tendrás que irlos renovando a medida que crezcáis o tu madre envejezca- dijo el abuelo. Queda en tus manos decidir cuándo debamos morir. Dentro de unos días deberás elegir si continuas con mi labor y me revives. No tenemos mucho tiempo y tienes mucho que aprender.

            El abuelo enseñó a Santiago grandes conocimientos de robótica, el uso de la maquinaría y la paciencia del trabajo anticipado. Curioso, el abuelo preparaba con mimo su propio robot.

           Al cabo de tres días el abuelo entró en coma. Cuando el médico de diagnóstico su muerte cerebral, Luis pidió a las estrellas del firmamento, que tanto caso habían hecho a su hermano Santiago, que no le pasara nada al abuelo. Y el milagro se hizo. Ahí estaba su abuelo ¡curado!

            Es reconfortante sentirse seguro mirando a las estrellas.

 

Ellos crecen

Lápices de colores,

desparramados,

sobre una carpeta

formando una catapulta de madera:

El ayer no pasado.

 

Es curioso, ya no veo

las montañas

en el dibujo de aquella casa,

la chimenea aún humea

y quizá todavía,

exista ese duende entre los bosques,

aquel que siempre enseñaba piruetas,

los días de colegio.

 

El pequeño rio serpentea,

el paisaje de invierno.

Nieve sobre la copa de los árboles

y un resto de pegamento

del día que formamos tu palabra,

los pasos descalzos sobre el pasillo

y la planta del alfeizar

para aprender a cuidar las sensaciones.

 

Fotosíntesis sobre la piel,

desescamándose en mariposa,

hacedor de pasteles de trufa,

rescatador de pérdidas

y de mí misma

en el intenso brillo de tus ojos.

 

 

Repasemos: Hay lápices de colores

desparramados, como sueños

entre los clasificadores de papel

de las emociones.

Sonata

Hay lenguaje en el aire,

tal vez,una sonata,

interpretada en tramos de estaciones,

épocas imperiales y epopeyas,

ruidosos cantos, bailes y sainetes,

taconeos y saltos entre puntas,

allegro cabriole y échappé,

un coro de delfines y una pauta,

que ordena la entradilla entre sus claves,

a medida que avanzan los sucesos.

 

Hay música en el aire,

y hay historias,

tú lo sabes

Y mientras tanto

acaricias tu pelo en la ventana,

yo adelanto mil estrellas para hablarte

desde lejos.

 

 

Hay veces, que el océano se pierde

Hay veces que el océano se pierde

en un concierto de liras encendidas,

las estrellas no encuentran acomodo,

el cielo se oscurece

y se acelera ,

el ritmo de la tierra,

murmullo entre las sombras desoídas.

en imponente y ciclónico universo.

 

Hay veces,  que el océano se pierde,

agitando la arena de mis ojos,

y todo está callado,

enegrecido

en el compás errante de tu nombre

y el dolor penetrante de tu ausencia.

 

 

¿Y si hacemos un bosque? de sonrisas

Y si hacemos un bosque de sonrisas

para des- atrapar el desaliento

en cada tramo, puente, luz del día,

ese bendito espacio entre tus cielos

desde el atardecer de mis visitas,

el opulento vino de tus besos

y la salvaje templanza en poesía

¿Y si hacemos un bosque? de sonrisas

 

 

¿Me amas? No antes de saber como es tu amígdala derecha

            Estimado Schopenhauer, si hoy volviera a abrir los ojos, se tropezaría con el mismo dilema de su tesis doctoral. ¿Y la libertad? ¿ Y la voluntad? Si ya lo decía yo- diría- y no habéis espabilado todavía.  Un neurocirujano japonés ha concluido que el comportamiento machista tiene relación con una menor densidad neuronal en la amígdala derecha. (Qué peligro, ya estamos dando  vueltas a la base orgánica de la conducta). En un brevísimo resumen, lo que el profesor defiende es que a menor densidad neuronal, mayor reacción de ira o de miedo. 

          Pero ¿ A dónde vamos?. Retumbaría la voz del filósofo, sin duda…¿ Pero entonces no somos libres? Ponemos tanta atención en la causa que, o bien la justificamos (lo hice porque me dijo esto…porque me recriminaba…porque…) o bien buscamos la base orgánica que fomenta su reacción. Seguimos equivocados, si nos empecinamos en la causa, nos empecinamos en el ego y mal aprendemos.  Por ejemplo, esta conducta reside, en parte, en expresiones tales como «he dicho lo que siento(aunque haga daño gratuito), le insulté porqué me hirió, lo hice porque no pude parar, estaba furioso, yo soy así». Claro que eres así majete, pero mal, sobrevaloras tus sentimientos, solo te importan tus emociones y eres el centro de tus reacciones.

        Para dar su sitio a la voluntad, debemos dar importancia al efecto. ¿Cómo? Si no pongo atención en las causas externas, sino en mis reacciones internas, yo controlo. Manda la voluntad y ahí está el reducto de la libertad. La educación debe hacernos libres, haciéndonos responsables. Y si yo sé controlar mis impulsos, ya no importa como sea mi amígdala derecha.

Cuatro tesoros

   Como regalo de esta Navidad me gustaría que penséis en un bosque, frondoso en roble, luz, aterrizando sobre el acantilado.  Hay cuatro árboles y  en cada árbol hay un tesoro

    LUZ. El primer regalo es el árbol de la luz. Os trae la lanza, llamadle lanza de Lug, de Trium, o el oriental y magnífico puente flotante entre los cielos. Cuando no tengas fuerzas, piensa en tu lanza, aquí la tienes, para traerte el sol y la montaña. La pureza del bien.

   PLATA-El segundo árbol te regala la espada. Es una espada de plata, llámale espada de Nuada, Excalibur, o la espada torneada en esmeraldas. Es el poder alquímico de la plata. El proceso inverso. Plata, hojalata, lo menos, siempre lo menos. Las manos siempre abiertas al día.

      La lanza y la espada convergen en la misma fuerza. Por eso ambos árboles están unidos formando un puente. Para un buen gobierno siempre es preciso el equilibrio de valores. No debe perturbarte el deseo de que la plata que se vuelva oro, lo esencial es el proceso inverso, el oro que torna la plata, pues hallarás en el camino hacia lo menos, el reencuentro con el hombre. No queremos transformar el oro en plata, sino enriquecer nuestro proceso interior.

  ABUNDANCIA- El tercer árbol trae el caldero, llámale de Dagda, de Thor, o un caldero, en el sendero del viento. La abundancia de la cosecha. Los panes y los peces. Los recursos limitados en ilimitados. Ningún hombre tiene poder sobre la tierra y los recursos son dados para todos. El compromiso.

TODO Y NADA- El cuarto árbol os regala la piedra del destino, llámale de fal ¿El grial?, más que eso, el origen de la vida. El principio y el fin. La conexión telúrica con el universo.

           Los cuatro tesoros son alegorías. No son objetos reales. Sabiduría, valentía y fuerza.  La lanza más poderosa, la fuente del movimiento, el nudo gordiano de la espiral. Actúa por el bien. Cuando unimos nuestra espada y nuestra lanza encontramos la piedra del destino y en ese momento somos plenos, nada nos envilece. Fuerza para emprender el camino, valentía para seguirlo, sabiduría para usar el conocimiento.

         Deseo que en vuestras vidas estén presentes estos tesoros cada día.

Torno mi lanza en luz

Iluminando

el sendero del aire

ese puente flotante entre los cielos

el camino no me parece agreste

torneando la planta en esmeralda

oteando al sol

contaminando los ojos

de la bendición de loto

y del suave aroma de los nardos

FELIZ NAVIDAD.