Perfume

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Hoy la casa es lavanda, mar de flores,

sobre la balaustrada de mis ojos.

 

Has perfumado el pasillo,

y todo huele a ti:

el armario, la estancia, la terraza,

la esperanza, la brisa, ese silencio,

la escalera, la silla, las palabras,

los rincones del patio y las ventanas

llamando a mediodía entre los besos

 

Tienes esa especial habilidad,

de perfumar mi espacio con promesas,

ese olor de lavanda que recoge

la esperanza en los techos y las tejas.

Haces de las farolas, girasoles,

de los amaneceres, parasoles,

de la noche un campo de amapolas,

de gardenias, de lirios de colores,

de jazmín, tulipanes y de rosas.

 

Has perfumado el pasillo,

y todo huele a ti.

 

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Luz prohibida

Sin título

Hay una luz prohibida,

acelerada,

desafiante a las reglas

y al sonido,

invadiendo

la estancia.

Una luz anómala,

viajante improvisada

de tu piel.

Una ráfaga de viento,

una caricia

en estado puro,

y renaciente

en el mirador de mis palabras.

El amor siempre encuentra un puente

para conversarse en las miradas

 

Cuando el cielo calla,

la luna observa,

la luz de tu ventana.

 

Aun así

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Hay veces que el suelo se revela

movedizo.

No hay firme para pisar

y el techo

es demasiado inalcanzable.

 

El agua sobre el papel.

Tal vez pudiera insertar un algoritmo

y retroceder los acentos de mi nombre,

para deshilarme en la mirada

 

Hoy es un día, uno de esos días,

en los que hay

más interrogantes que comillas.

 

Aun así,

si fuera un libro impreso,

todas las versales

comenzarían en negrita,

demandando,

cual oleaje,

la marea de letras,

ajenas a la norma,

los signos indisciplinados,

y el resurgir del verbo, cuando baten

las olas, en el acantilado de tu risa.

 

Agujero negro

Alejate de mí,
yo no soy farol que ilumine
tus parábolas de Netflix,
y mis botas tienen más arañazos que tachuelas.
No te traigo espejos predispuestos
ni zombies ni vampiros.
ni siquiera, damiselas de cara blanquecina y en apuros.
Mi página de apuntes se quebró en una esquina
cuando perdió la lírica y los versos se hicieron carnavales

Aléjate de mi,
mi luz conoce el rojo de las constelaciones,
ha contaminado los colores,
conjugando los verbos,
en el tejido curvo y matemático,
más allá de la próxima centauri,
que forman los lunares en mi antebrazo,
tatuaje impreso al sol de la palabra.

Alejate de mi,
Yo no te traigo la ilusión, los focos
Los guiones de estrellas
mis manos solo dibujan,
un insolente big bang,
el nucleo desnudo,
esa parte que te cuenta
que todo lo que tu crees ver
Simplemente es
PASADO.

La danza

       Hoy puede estar permitido, si Beltaine es generosa, que gire las cintas del tiempo. Muchas veces lo he dicho, si alguna vez fuera afortunada con dicho giro, me gustaría encontrarme con el enigmático y poderoso rey de lo lírico, Víctor Hugo. Lo celeste no es el dialecto de lo terrestre, decía. La inmensidad es una familia de vagabundos, el espacio no tiene pasaporte, no hay descripción del cielo. La lengua celeste se habla en el deslumbramiento; hablar lengua celeste es lanzar llamas y cada letra es un incendio.

       El sistema de detección de ondas gravitacionales LIGO/Virgo registró, este abril, el inconfundible zumbido de las ondas en un armónico más alto, afinado, como un celeste instrumento musical. Una estrella, danzante, alrededor del agujero negro de nuestra galaxia. El lenguaje de las  naturaleza es luz, como anticipaba Víctor Hugo, pero principalmente música. Una impresionante sinfonía.

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Esa estrella danzante,

sigilosa,

en el lenguaje de la atracción.

Cada letra es un incendio,

un suspiro,

desbaratando,

una sinfonía de trompetas.