Lluvia,
recalando la puerta,
sentirse fuera,
ser parte de ese bosque
imponentemente húmedo
que trae la niebla,
sobre los ventanales.
Dibujar sobre el vaho de la cristalera
mientras se quema el tronco,
observando,
el paso de las
ánimas.
La mayor ausencia es la raíz,
que reniega del tiempo que se impone.
Hoy, en el universo de los leds,
hay una bombilla que reclama
su amarillenta luz,
153 años,
son quizá pocos,
para comprender tu gran sentencia,
“No sabemos que
aquello que perturba nuestra sangre
es sólo su nostalgia de la tumba”*
Porque anhelar el invierno y el verano,
desear el sol de primavera,
por pensar y reclamar siempre futuro,
nos apartamos del presente,
y de comprender
que la belleza se edifica
de “las batallas de otros tiempos”
*Willian Butler Yeats escribió este contundente verso. Lo he insertado en este poema mio, porque es un honor recordar a un poeta tan grande. Curiosamente hace unos años Irlanda comprobó lo que era ya una sospecha, que los restos que creyeron repatriar de Yeats, no son los suyos. Estos restos, perdidos en un osario común en el sureste de Francia, nos revelan la paradoja de esa metáfora, que pretendía reflexionar, sobre el incesante anhelo de futuro que impide vivir el presente.
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