Agujero de gusano

 

Hay un horizonte invisible a nuestros ojos,

que desoye, que revierte, que expande,

un horizonte donde se encuentra aquello que hemos perdido,

donde, con un ritmo intenso

el tic tac del reloj gira en rumbo opuesto.

En ese horizonte me balanceo,

detenida en ese extremo del tiempo,

en esa cuerda en la que el ruido es blanco,

infinito en audibles mil espectros,

en transformación multicolor,

peaje críptico de este verso

en la nota escondida entre las rimas

El espacio deformado no cesa en su zumbido,

Hay un hueco, una fisura entre latidos.

Me veo, te veo, puedo oírte, te digo

Retroceder a ti, con mi fuerza en un suspiro,

más lo intento y no puedo, te he perdido,

miento, hay un recuerdo atrapado, ahora siento.

Todo es denso.

Un sabor a plomo me apelmaza.

Hay algo que no me deja avanzar.

Gravito.

Pienso en conformarme en este devenir,

pero no lo haré, nunca he temido,

tropezar con tu mano en este encuentro,

tornasol azul, en la encomienda, de los pensamientos

Y es, en ese nomento,

cuando la luz se abre en prisma

Y yo te puedo dar un beso.

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Sin que quieras partir, sin que yo quiera

Cuando alguien se va, queda un interno vacío que pesa como plomo. Recupero esta entrada que reflexiona sobre este sentimiento amargo

 

Tú te vas de mi,

sin que quieras partir,

sin que yo quiera.

 

Es cruel la visitante, siempre fría

impredecible y amarga compañía

que puede reclamarnos a cualquiera

 

 

Y es que al fin, no somos más que olas,

navegando hacia al azul de las mareas,

y por mucha la fuerza o las batidas,

por mucho aplomo que tengan las maneras,

alguna vez nos toca la partida,

hacia el ocaso del agua que bombea,

los latidos del alma que surtía,

Aqueronte en corriente pasajera,

más allá de la muerte conocida,

más allá de la muerte y de la vida.

 

 

Quién pudiera reclamarte al Hades

para encontrate mañana cuando vuelva

Mas no hay con quien hablar

ni nadie que comprenda

Y tú te vas de mi.

aunque yo grite,

sobre el agreste cristal que nos separa,

no hay nada que lo evite,

ni nadie a quien clamar que no te mueras

 

 

 

 

Texto: Universoespejo. Pilar Astray Chacón

Imagen: cesión gratuita Pexels. Cedida por @ronindice

 

Rescatar las lágrimas

           No temo la crueldad de la batalla, ni el fracaso, lo que temo es recrearme en esa sensación de pérdida,  porque cada minuto que nos autocompadecemos y seguimos en la queja,  perdemos un segundo de subida.

 

Confieso, a veces, he perdido batallas.

He perdido silencios,

rutas, tiempos.

Pero también confieso que no lamento el fracaso,

lo que lamento,

es no haber sido capaz de rescatar las lágrimas

para formar un acordeón con sus sentidos.

 

Modificar el nombre de las flores

La medida de la inteligencia es la capacidad de cambiar.(A. Einstein)

 

Sobre la vitrina una propuesta:

Siempre la misma anti-receta:

Un edulcorante para dormir esta noche

y la máquina para encalarte los segundos.

 

Me asombra

como recoges con prisa el final del día,

grapándolo entre tus ropas,

anhelando

la detención de las promesas

 

Ansías que se acabe el día.

por no vivir,

quizás

también por vivir,

no viviendo.

 

Me pregunto

si tu vacío puede modificar el nombre de las flores,

si puedes escuchar el sonido de la espera,

si en algún reducto de tu obsesión,

se puede salpicar otro comienzo:

Otra vida

donde no sea necesario procrastinar deseos,

donde se sueñe despierto,

y no se precise blanquear el compromiso

entre las limitaciones de la impaciencia,

donde haya un espacio para que nos acerquemos,

en siete dimensiones,

a las identidades de las almas.

Belleza

Ella camina sobre las densidades,

con sencillo atuendo.

 

Muchas le envidian,

retorciéndose en sal.

Y se sonríen,

altivas,

comparando lo lujoso de sus ropas

frente a su modesto vestido,

los anillos que las engalanan

frente a su sonrisa.

 

Cuán  torpe es la comparación

y  cuán triste

 

Nunca podrán entender

que la belleza

reside

naturalmente salvaje

entre su pelo,

cada vez que ensortija pensamientos.

 

La belleza

es dinámica

Música

Espacio

luz sobre las flores amarillas

que te he de traer cada noche

 

Ni el peso de la ropa,

ni metales sobre la muñeca,

pueden clarear la mirada.

En positivo

 

Quien bien te quiere,

profesa la libertad de tus caderas,

roturando viento,

es devoto de tus senos

apalabrando dunas

de tus caricias, de tus noches,

del arrebato de tus ojos clavados en los suyos.

 

Quien bien te quiere,

disfruta los días que recoges margaritas,

colocándolas con mimo,

en el jarrón que pintaste con su nombre.

Quien bien te quiere, te ama,

sin importarle el largo de tu falda

pero sí la longitud de tus sentidos.

Quien bien te quiere, te ama

en tus ausencias, tus complejos, tus me gustas,

todas esas veces que tú llegas tarde

y aquellas que él llega pronto.

 

Quien bien te quiere, te ama

sin cadenas

 

Texto: Universoespejo. Pilar Astray Chacón

Imagen. Banco de imágenes Pixabay. Cedida gratuitamente por Ben Kerckx

El sol de primavera

         Un viejo poema oriental recrea ese sentimiento mixto de preocupación y agradecimiento hacia una madre, preguntándose ,algo así cómo la pequeña hierba o, el cesped diminuto, puede pagar al sol la plena primavera. Crecemos gracias a ellas. Son el sol de la primavera. Madres.

              En su memoria, este poema

 

La madre,

al vuelo de los sentimientos,

ordena la ropa

colocando cada prenda,

queriendo retener,

aroma y cuerpo,

un poco de su hijo.

 

Él tiene que partir.

Ella teme

todos los abismos

y ,suspira,

mientras graba en su memoria,

costura a costura,

las mangas de su jersey

y aquella bufanda que le tejió en invierno.

 

La madre,

ese rincón confortable de nosotros,

aurora en la nada,

esa puerta

que siempre se nos abre.

 

Mientras su hijo,

pensativo,

llora en silencio

No teme el hijo al abismo

ni a la crudeza del destino.

Su mayor temor

es no poder un día compensarla

por tanto que le ha dado

 

Quién pudiera arreglar cada primavera

las flores de sus maceteros,

quién pudiera cada noche,

arroparle en silencio,

coronando de nubes,

su pelo,

quién pudiera

abarrotarla de besos,

inundando tus manos de colores.

 

Quién pudiera.

 

 

Texto: Universoespejo. Pilar Astray Chacón.

Imagen. Banco de imágenes Pixabay. Cedida gratuitamente por congerdesing.

Paranoia

Las luces de mi memoria

son cadenas

sobre tu sombra

Fragmentos que   me persiguen,

para desclasificarme.

Ellos   dicen que el DSM- IV

no tiene mi rostro,

que   las caretas

no son intercambiables.

Sin embargo, ahí están

en cada mancha

tus ojos,

siempre tus ojos,

psicoanalizándome

retratándose,

sobre mi espalda.

Silencio,

no puedo contarte,

que te siento

lejos .