Hay un horizonte invisible a nuestros ojos,
que desoye, que revierte, que expande,
un horizonte donde se encuentra aquello que hemos perdido,
donde, con un ritmo intenso
el tic tac del reloj gira en rumbo opuesto.
En ese horizonte me balanceo,
detenida en ese extremo del tiempo,
en esa cuerda en la que el ruido es blanco,
infinito en audibles mil espectros,
en transformación multicolor,
peaje críptico de este verso
en la nota escondida entre las rimas
El espacio deformado no cesa en su zumbido,
Hay un hueco, una fisura entre latidos.
Me veo, te veo, puedo oírte, te digo
Retroceder a ti, con mi fuerza en un suspiro,
más lo intento y no puedo, te he perdido,
miento, hay un recuerdo atrapado, ahora siento.
Todo es denso.
Un sabor a plomo me apelmaza.
Hay algo que no me deja avanzar.
Gravito.
Pienso en conformarme en este devenir,
pero no lo haré, nunca he temido,
tropezar con tu mano en este encuentro,
tornasol azul, en la encomienda, de los pensamientos
Y es, en ese nomento,
cuando la luz se abre en prisma
Y yo te puedo dar un beso.