Un viejo poema oriental recrea ese sentimiento mixto de preocupación y agradecimiento hacia una madre, preguntándose ,algo así cómo la pequeña hierba o, el cesped diminuto, puede pagar al sol la plena primavera. Crecemos gracias a ellas. Son el sol de la primavera. Madres.
En su memoria, este poema
La madre,
al vuelo de los sentimientos,
ordena la ropa
colocando cada prenda,
queriendo retener,
aroma y cuerpo,
un poco de su hijo.
Él tiene que partir.
Ella teme
todos los abismos
y ,suspira,
mientras graba en su memoria,
costura a costura,
las mangas de su jersey
y aquella bufanda que le tejió en invierno.
La madre,
ese rincón confortable de nosotros,
aurora en la nada,
esa puerta
que siempre se nos abre.
Mientras su hijo,
pensativo,
llora en silencio
No teme el hijo al abismo
ni a la crudeza del destino.
Su mayor temor
es no poder un día compensarla
por tanto que le ha dado
Quién pudiera arreglar cada primavera
las flores de sus maceteros,
quién pudiera cada noche,
arroparle en silencio,
coronando de nubes,
su pelo,
quién pudiera
abarrotarla de besos,
inundando tus manos de colores.
Quién pudiera.
Texto: Universoespejo. Pilar Astray Chacón.
Imagen. Banco de imágenes Pixabay. Cedida gratuitamente por congerdesing.
Casi me hace llorar
Es precioso, Pilar
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Gracias, Marina. Tú eres una persona maravillosa y sensible. Besos
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Jajjaa que lindo, a mi mamá la llamo cada por teléfono, nunca podré pagarle todo ese amor que me da😁
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Gracias!!
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