Cuando alguien se va, queda un interno vacío que pesa como plomo. Recupero esta entrada que reflexiona sobre este sentimiento amargo
Tú te vas de mi,
sin que quieras partir,
sin que yo quiera.
Es cruel la visitante, siempre fría
impredecible y amarga compañía
que puede reclamarnos a cualquiera
Y es que al fin, no somos más que olas,
navegando hacia al azul de las mareas,
y por mucha la fuerza o las batidas,
por mucho aplomo que tengan las maneras,
alguna vez nos toca la partida,
hacia el ocaso del agua que bombea,
los latidos del alma que surtía,
Aqueronte en corriente pasajera,
más allá de la muerte conocida,
más allá de la muerte y de la vida.
Quién pudiera reclamarte al Hades
para encontrate mañana cuando vuelva
Mas no hay con quien hablar
ni nadie que comprenda
Y tú te vas de mi.
aunque yo grite,
sobre el agreste cristal que nos separa,
no hay nada que lo evite,
ni nadie a quien clamar que no te mueras
Texto: Universoespejo. Pilar Astray Chacón
Imagen: cesión gratuita Pexels. Cedida por @ronindice