Sentirnos,
más allá de las palabras,
del teléfono,
de la videollamada.
Sentirnos,
sentirte,
sentirme,
en infinitivo,
en presente,
desgajando los verbos,
en ese tacto ausente
que cada noche
me deja
tu mano
sobre mi espalda.
Ese tacto imposible,
pero tan real,
como que te siento,
aunque no estés presente.
Estás ahí,
en todas las versiones imaginadas
de mis besos.