Vino a esta mesa Heaney, Valente, Victor Hugo, Whitman, Eluard, Pardo Bazán y hasta Espronceda; Cómo no iba a invitarle. Lo sé, a veces no resulta aparente, pero sus versos para mí fueron la cara de la moneda. Sigo con mis atrevidos homenajes poéticos a los grandes. Ahí va el poema que he escrito dedicado a este gran maestro.
El infierno divorciando al mal,
sobre vulgares cortinas, adornando,
tus ventanas ajadas de tormenta,
en un antro cualquiera.
A veces te comprendo,
viajando sin pan y sin limosna,
alborotando osamentas,
desiertos sin cisterna y viejos,
en esa rabia ruda acostumbrada
a flirtear con la muerte y el sudario.
Mascar la agonía en versos incorruptos,
y el rayo de la luna atravesando,
los marchitos rincones de las calles.
A veces te comprendo,
sé que buscas,
ese halo de luz, la luz parlante
de tu infinita condescendencia hacia lo humano,
a dónde tu vás, Etienne, allí dónde,
el bien sino, el bien, en esta parte
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...