Alborotado mar, en remolino eterno,
sobre la tempestad, del trono del averno
meciéndose en las olas del invierno
Tu fuiste trovador de campanas al vuelo,
de un pirata temido, entre llama y bravura,
hermosa semejanza, pero tremenda duda,
la que ha de voltear en todo desconsuelo.
elegidas las armas reptiles en los duelos,
desbaratando en rojo todo suelo.
No era deseable terrible pasajero,
en conquistas y Estados, imposición y fuego,
en los mares del sur, también mares sin dueño
bajo bandera negra,
de su horizonte eterno
Navega velero mio, sin temor
Navega,
Quizá mañana haya paz
Quizá mañana no llueva