23 días,
penitentes,
por un golpe de quimio,
cabalgando
como una pena sin ley,
en el código de todas las sonrisas.
Cuántas veces
se hacía mudo el silencio,
retándonos,
impotentes,
sobre la extrema luz de esos ojos
hacia el infinito.
Cuántas veces, campeona,
frente a las cédulas de la ira…
23 dias,
cuántas veces,
sobrepasando los decibelios de todas ordenanzas,
enredamos la música hasta los cielos,
mientras bailábamos
para saciarnos de angustia,
tacónes sobre el suelo,
desatando
los timbales del miedo,
arrebatándonos,
los minutos que restan.
23 días.
cosiéndonos los hilos,
para no perdernos
y no dejar de verte.