Regresión

    Es agosto y las nubes visten de blanco el cielo,

    y el verde de los pastos me trae recuerdos viejos,

    emulando a ser bosque frondoso y fronterizo

    de aquella tierra ausente que hoy me es compañera.

     Y visito la casa que pintada de blanco

     añora el colorido que lucía otros años,

     las ventanas cerradas y su madera oscura,

     en esa imagen sobria del paso de los tiempos.

      Cuántas veces tus ojos, que ahora son los míos,

      recorrieron descalzos, juguetones, felices,

      ese camino viejo hacia el aserradero,

      los marcos de las puertas y las tierras más altas.

      El antiguo molino, la correntía, el agua

     en aquellas tus manos, que ahora son las mías,

      recogiendo los frutos del final del verano,

      abrazando el paisaje como se abraza al alma.

       Y estos versos de ayer, que ahora son los míos,

        nos unen y entrelazan, son espíritu vivo

        y te pido dibujes en mi espejo tus flores

        con colores alegres y mariposas blancas.

        Y tú que me sonríes aunque no pueda verte,

        me hablas cosas de ti con extrema ternura

         y dibujas las flores que te había pedido,

         y soy un poco de ti y tú, tal vez, un poco

también de mi.

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LOS OJOS DE MARINA BAO: Un lenguaje mágico,cósmico de Pilar Astray Chacón.

Littera

Una novela tiene el maravilloso don de contar una historia. Se va desarrollando la trama a través de unos personajes que te abren paso en la lectura página tras página. Hay novelas que además de contar una historia, desencadenan todo un estudio poético, filosófico, mágico, cósmico de las verdades que encierran.

Está bien que una novela sea entretenida, que la narración se atractiva. Pero para una infatigable lectora de todo tipo de género, necesito que me dé algo más. Y eso es lo que he encontrado en las páginas de la novela de la editorial Mundos Flotantes “Los extraños Ojos de Marina Bao”, de la escritora Pilar Astray Chacón.

La acción se centra en Galicia. Dividida en varias partes a través de los ojos de Marina se abre todo un mundo a su alrededor, que le llevará a conocer no solo su  historia familiar; también se une el despertar de…

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Viaje astral

Hay veces que no vivo, que me ausento

hacia un viaje extraño e infinito.

Me abandono y me dejo, me despego,

como no queriendo verme, por no ver

aquello que es exilio de mí misma.

Y así juego, entre luces violetas,

 quizá también azules,

y aquellas del blanco más intenso,

a traspasar galaxias pixeladas,

en una panorámica de estrellas.

Y cuando ya regreso a este camino,

los pies en la tierra son amargos,

nada vibra a mi paso, no me encuentro

en ninguna de todas mis versiones.

Cuando se es extranjero en tierra propia,

ninguna conversación es conectable,

y digo que no importan sus vestidos,

ni los metales que engalanen sus arrugas,

ni cuanto es su juventud, tan pasajera,

ni cuánto su olvido…

En esta madurez me resiento

como un adolescente desubicado,

buscando la tarde, regazándome,

para ver el sol anochecido…

En la página en blanco de wordpress,

le doy a publicar,  desnudo el verso,

y me conecto, de nuevo a mi viaje.

Y una voz se alza en el silencio,

quizá nazca en la nada,

quizá sea yo misma

para conminarme

que traspase la espiral de mi lamento:

La soberbia siempre se recoge

en los peores trozos de uno mismo.

No debo ignorar

que percibirse alejado, ausente, otro,

es solo un espejo que revuelve los sentidos,

pues cuando se halla la luz,

nada es necesario

y todo resulta suficiente.

Bestiario

En el bestiario de la Apocalipsis

deshabito mil identidades,

como si se pegaran a mi ropa,

las encarnaciones más desesperadas,

para que sienta su aliento.

Me resultan más apacibles las Ánimas,

que desprovistas de ego,

danzan al anochecer.

Si todo es para bien,

no entiendo,

por qué rebota la luz

y la energía

se oculta oscura entre la noche.

No proyecto mi imagen.

No hay espejo,

que todavía me reconozca.

Respiro

He quebrado las patas de la mesa

ya no hay espacio para comensales,

ni peces, ni vino,

ni siquiera uvas,

para una agradable sobremesa.

Los cubiertos no encuentran mensajeros,

mientras una gaviota,

busca carroña en mi basura.

La observo detenidamente,

desde la ventana,

preguntándole,

por qué tantas veces,

avistamos mar abierto

y nos conformamos con un patio soleado.

La necesidad de supervivencia

es un programa reactivo,

que se enreda en el camino fácil,

sin hacernos conscientes,

que ya es hora, ya es hora,

de sobrevolar el laberinto.

La lluvia espanta

a la solitaria gaviota

y yo me quedo danzando

festejando

que nada me alimenta.

No deseo tener una larga melena,

ni unas uñas pintadas de dorado.

No preciso nada,

No deseo nada,

respiro,

exhalo,

respiro,

permitiendo me alcance

el aire renovado,

de mi misericordia.

Adéntrate en una historia mágica: Los extraños ojos de Marina Bao

Mi nombre es Marina Bao. Crecí entre magia y leyendas de la mano de una meiga mentora, quien me hizo heredera de su linaje mágico: El linaje del trébol. Una forma de mirar el mundo reclama su lugar y nos invita a ser partícipes del cambio.

Mi linaje no es único en el mundo. Sé que hay más y que cada uno de ustedes pertenece a uno de ellos. No es casual que me esté leyendo en este momento.

En cada siglo surgen nuevos linajes, a partir de los manuscritos antiguos que se han ido pasando por generaciones de transmisores hasta que llega su turno. Un viejo manuscrito refiere que todos los libros fueron elaborados por un alquimista italiano del siglo XV.

Cada libro tiene dos candados. Estos candados se utilizan para desaparecerlo y evitar que caiga en manos no deseadas. Si advierten el peligro se adhieren, como si fueran imanes, a sus solapas, hasta que lo tornan invisible. Los candados hay que ganarlos, superando unas particulares pruebas, y son entregados a su siguiente propietario, por su anterior, cuando considera que está preparado para recibirlos.

No existe una regla sobre el número de transmisiones que se necesitan para completarlo. Si el propietario no ha logrado hacerlo, debe entregarlo a su heredero, quien se encargará de su cuidado.

Los amuletos fueron creados en un taller de joyería veneciano y comercializados en las diferentes ferias de la época. Cuando el libro ya está destinado a alguien que posea un amuleto, está permitido utilizar la magia para hacer que se reencuentre con los poseedores de los otros tres, siempre que sean igualmente merecedores de los dones del libro mágico.

Así que si en sus manos tiene un libro semejante o un colgante misterioso, consérvelo; todo tiene una razón y la descubrirá.

Hay personas que se empecinan en poner en todo lugar la razón. Niegan todo lo que no ven y no tocan. Otras se empecinan en buscar respuestas esotéricas a todo lo que viven, desdeñando toda razón, aunque saben que no ven ni tocan nada diferente. Pero nada es realmente como lo percibimos. Si no abrimos nuestra mente, no podemos reconocer el camino interior, el camino integrado en la naturaleza, el camino que te lleva a la colina, donde nuestros ancestros veneraban su energía, humedeciendo sus pies descalzos sobre la hierba.

Nosotras, desde que nacimos, percibimos otra realidad y tuvimos que acostumbrarnos a ello, con las dudas, los miedos, preguntándonos si nuestra mente podría funcionar mal. Lúa, Aurora y yo vivimos como cualquiera. Lo que nos diferencia del resto es lo que no contamos, porque no sabemos si siempre va a ser bien entendido o nos mandan directas a una consulta psiquiátrica. Pero ocultar lo que se vive no es del todo bueno. Esta es una de las razones por las que me decidí a contar mi historia, que es también la historia de tres amigas que debieron vencer la carga que les impuso el linaje del trébol con la ayuda de su sensibilidad.

Los extraños ojos de Marina Bao. Mundos Flotantes editorial.

@todos los derechos registrados.

 Desde las raíces de la naturaleza, la tierra, en un diálogo espiritual, confluye un thriller psicológico en el que la magia es también psicomagia y que se trata como una forma diferente de mirar la vida. Escrita en primera persona, la protagonista narra su aprendizaje para lidiar con capacidades que parecen paranormales pero que no son narradas con esa connotación, sino superando dicho concepto y sin etiquetas.

 Misterio y aventuras. Una novela para adultos, pero que también permite su lectura a los más jóvenes.

Vampiros

  Estos vampiros no llevan traje negro,

           ni tienen largos colmillos.

        Ellos viven en la cotidianeidad de los días

         y parasitan todo

            para el beneplácito de su ego.

          El vampiro no llena sus ropajes

          por mucha sangre ajena que consuma,

          sus venas no son cauce ni torrente,

          son sustento de su ira, su venganza,

           la soberbia y la culpa sobre otros.

           Te dirán que ellos son las víctimas

          de su extrema tristeza.

         No pueden ver su rostro en el espejo

          ni encender la vela en sus oscuridades.

           Sus ojos son raíces del abismo,

        entretejidas,

          encogiéndoles las manos.

       Ellos llevan siempre clavada una estaca.

        Se les clavó en los labios,

        al no poder pronunciar el alfabeto        

           sin provocar incendios.

           Recogerán en canastas tu alimento,

           y llenarán de bruma tu sonrisa.

            Harán suyos tus sueños.

            Huirán las palabras bendecidas.

             El pan de la vergüenza

             construye castillos de naipes,

             indolentes, tan frágiles

              que caerán por su propio peso,

               cuando sople la brisa

              y el aire renueve las cortinas,

                exhibiéndonos su verdadero rostro.

            No es recomendable buscar refugio

              en las proximidades de su casa,

               a menos que guardes una ristra de ajos,

               y sepas iluminar la estancia

               para el resurgir del sol,

                sobre la fuente primigenia.

                 Un vampiro no es un ser malvado,

                  aunque siempre cause daños.

                 Es un ser ignorante,

                 desconectado de su propia vida.