@todos los derechos reservados y registrados.
Ustedes no me conocen, así que me presento, me llamo Aurora y soy un personaje de un libro que, dentro de unos meses, la petarda de mi autora va a decidir publicar. Y ya era hora…Los autores son unos indecisos y a mí me falta paciencia. Llevo muchos meses recogida en un cajón, soportando correcciones y esperas infinitas. Aunque le agradezco la oportunidad que me ha dado hoy, en vísperas del 2021, a expresarme libremente, estoy un poco molesta con ella. No se asusten, ella ya lo sabe, pero le da igual y hasta me regaña por egocéntrica. Miren ustedes, mi vida era un auténtico caos, pero muy divertida. Iba al instituto donde doy clase de filosofía y en mis ratos libres me jugaba todo. A ver, no sé si me entienden, el exceso de lógica me dejaba la cabeza un poco de aquella manera…y qué mejor que tomarse dos cervezas y jugar, en un absurdo reto, lo que haría después. Elegía el nuevo destino en mi trabajo, un futuro amante, hasta la comida, como un juego. Era apasionante. No crean ustedes que estaba totalmente loca. Lo básico lo controlaba. No iba a jugar acostarme con un monstruo, pero en el universo de lo aceptable todo era pautado por el azar, que si un 3, un 5, quizá un 9. Yo creo que soy un personaje atractivo y que debiera de ser la protagonista principal, pero no hay forma de convencer a mi creadora. Todo empezó cuando un día se me ocurrió ir a una consulta de psicología para intentar contener mis ganas de jugarlo todo y me vi envuelta en una historia bastante extraña. El motivo era más absurdo que yo misma. Solo porque mi padre me compró, cuando era bien pequeña, un peculiar colgante, tuve que seguir el destino de otras dos mujeres, a las que quiero y admiro, aunque a veces sean un poco sosas y hagan cosas bien raritas. No me quejo de que en el libro se alaben mis bizcochos, ya que me salen buenísimos, pero sí de que se me restara el protagonismo que merezco. Un descanso en la trama me llevó a conocer a Roberto, mi pareja actual, y aunque estoy bien con él, echo de menos jugar a adivinar quién sería mi futuro amante. Él es la única opción. Y qué vértigo me da tanta seguridad. Estoy temblando, mi alma ¿Cómo soluciono ahora mi aversión por la rutina? Pues todas las mañanas, antes de desayunar, hago un peculiar sorteo para elegir el rol que mantendré cada noche con Roberto, que si amante dulce, que si una leona agresiva, que si una gatita delicada…El pobre debe tener la cabeza loca, pero aburrir no se aburre…Seguro que esto y otros detalles les parecen interesantes, pero a la petarda de mi autora no parece impresionarle nada. Solo está preocupada de que se recuperen unos linajes y que se abra una puerta con una llave. En fin, habrá que dejarla con sus cosas. Me despido, voy a ensayar mi personaje de hoy. Me toca actuar como si tuviera una avanzada artrosis. Me he comprado una pelota de broma que imita los chasquidos de los huesos. Me parto de risa imaginando qué dirá mi Roberto cuándo, en pleno acto de pasión, oiga unos chasquidos sospechosos y yo me queje de que no puedo moverme, pidiéndole que llame por favor a una ambulancia. No podré resistir ver su cara de asombro. Pero tampoco se asusten, no soy tan mala, luego le daré su merecido premio.