Felicitarse el año,
desayunarse a sí mismo
en lentejuelas,
para ahogarse
en unas bragas rojas
y una copa de champagne.
La suerte siempre se resiste
a desintegrarse
en nuestras uvas,
ya se sigan los cuartos o se ignoren,
la vida sigue en enero,
recalcitrante,
por eso,
obvia los selfies,
porque tú ya lo sabes,
no hay mejor suerte que tú mismo.