
Hay veces que el silencio
arremete
fronteras de fuego
y teje muros que rompen,
la tersura del viento,
esos muros,
que se encalan,
en la mirada de la derrota.
Por eso dame raíces,
cimientos,
el cemento solo enluce
la fragilidad de la estructura.

Hay veces que el silencio
arremete
fronteras de fuego
y teje muros que rompen,
la tersura del viento,
esos muros,
que se encalan,
en la mirada de la derrota.
Por eso dame raíces,
cimientos,
el cemento solo enluce
la fragilidad de la estructura.
Estoy delante,
observando el sillón que ocupabas,
Tan dormida,
Y tan despierta.
El sillón que ocuparon todas ellas,
las que se han ido,
dejando en la memoria,
la estancia repleta,
el camino abierto
y las ventanas,
para llamarse mujer, sencillamente,
sin pretensión,
sin altavoz ni barricada,
con la mirada serena,
de quien sabe,
que volverá una nueva primavera,
para traerme las rosas del recuerdo
y la palabra verdad bajo las olas.
No hay versales,
que puedan describir ese momento,
los cestos de manzanas,
más repletos,
y el sabor de tus mares en las manos.
Si hubiera una isla
donde anidaran mis sueños,
llevaría tu nombre,
porque tú eres,
la poesía de mis sentidos.