Desencuentro

Cuando tú y yo

hablábamos la misma lengua,

las palabras no tenían más tempestades

que una tormenta de besos.

Mi mar era tu mar

y todo paraíso no era mejor que el brillo de tus ojos.

Hoy todo parece lejos

un paisaje inacabado

a la defensiva.

Construimos castillos de altas torres

para impedir el abordaje propio.

Los espejos no resisten a la quema

y el espíritu se siente antagonista

el adversario

que no resiste a la quita de los tiempos.

Los besos todavía nos unen

pero las caricias nos separan.