
Cuántos versos de amor han perecido
por sencillos que fueran pronunciados
en los labios, que el velo del olvido
ocultó en su dolor, agazapados.
Cuántos versos ajenos y olvidados
de un corazón de fuego enardecido
fueron puros, intensos y estrellados
como el cielo de abril al sol asido.
Cuánto duele sentir ese no olvido
que abandona la tarde en el abismo
de pensar que no fue lo que sí ha sido.
Y sin huella siquiera de sí mismo
sueña encontrar aquel sonido huido
y azota su agonía cual seísmo
en los versos de amor aún presentes
que recuerdan su brillo resilientes