Entre mis propios dedos

reside la palabra olvidada

Hay veces que estamos perdidos ante los propios ojos,

transeúntes anónimos en un tiempo extraño,

cuando los vestidos del olvido arañan nuestra piel,

sus colores forman vetas sinuosas

y se sobresaltan cada vez que despertamos.

Hay veces que dormimos para no dormir

y el exilio se produce a la mañana,

la desmemoria de las manos,

la rigidez que impide juntar sus dedos

para concretar una nueva primavera.

Por enésima vez, o mil doscientas veces,

los senderos se agrietan

y todos los caminos son desconocidos.

Hay solo una palabra

que puede despertarme y despertarnos,

pero quizá no sea posible pronunciarla.

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Nada

 Tal vez, pudiera, hablarte

  del amarillo de la puerta,

  de ese azul persistente

    que llama a primavera,

,     de la madera vieja

    bordeando las flores

   y aquella sinfonía que recoge mis pasos,

pero hoy la noche nace,

   intensa y bien amarga,

   la niebla sobrecoge

    la frente en la mirada,

    mis vuelos ya no encuentran,

     barnices de palabras

     y todo lo que escriba

        no deja de ser nada:

un candado cerrado.

Bloqueo

Todo retumba

sobre el muro hueco

de mi silencio

Todo retumba,

mientras las paredes

se van pegando,

formando un hilo

de nuevos pensamientos.

Sin nubes para emborronar tus ojos

sin máscara de pestañas en los cielos,

un tatuaje de cordura,

secuestrando

todos los recuerdos.

Todo retumba

bajo el muro hueco

de mi silencio.