Los comentarios ajenos son siempre ajenos.
Se tiene esa maldita manía de verse en los otros
pretendiendo superar las propias faltas
mediante la rebaja de otros logros.
Me disgustan los consejos intencionados,
las quiebras de postales,
y ese universo
en que se proyectan
retratándose
como traidores del espacio.
Sin embargo,
hay días sin crédito.
en los que, a veces,
se desata lo inexplicable,
como una ley física,
un golpe sobre la cabeza de los naipes,
el equilibrio maniatado,
la esperanza desbocada
y el aliento, parpadeando, intermitente.
Si alguna vez ocurre,
recuérdate,
que siempre te superas.