Flores

  Un mensaje anónimo

  corretea en los espacios en blanco de mi agenda

  y me pregunta, qué se puede aprender de una flor.

  La flor florece sin temer que un día se marchite

  sin anclarse a la imagen de sus pétalos, cayendo,

  sobre la hierba de invierno.

  Ella sabe que es peor no florecer.

  Esconderse en el tallo de la planta, en el proyecto que no fue.

  Por eso florece libremente, generosa. Ella es el fruto

  para venideras floraciones. 

Perfume

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Hoy la casa es lavanda, mar de flores,

sobre la balaustrada de mis ojos.

 

Has perfumado el pasillo,

y todo huele a ti:

el armario, la estancia, la terraza,

la esperanza, la brisa, ese silencio,

la escalera, la silla, las palabras,

los rincones del patio y las ventanas

llamando a mediodía entre los besos

 

Tienes esa especial habilidad,

de perfumar mi espacio con promesas,

ese olor de lavanda que recoge

la esperanza en los techos y las tejas.

Haces de las farolas, girasoles,

de los amaneceres, parasoles,

de la noche un campo de amapolas,

de gardenias, de lirios de colores,

de jazmín, tulipanes y de rosas.

 

Has perfumado el pasillo,

y todo huele a ti.

 

Tatuando flores

El amor transforma todos tus parajes,

tatuando flores,

sobre las paredes.

Una puerta abierta hacia la aurora,

deshojando luces,

espiga en candelaria

terciopelo en piel, cicatrizando heridas

desde la intensidad de la palabra.