Precisaría cien vidas,
o quizá mil,
para que pueda ver rutina en tu sonrisa.
Y sin embargo,
no preciso ni un segundo sin ti,
para contar mil vidas.
Precisaría cien vidas,
o quizá mil,
para que pueda ver rutina en tu sonrisa.
Y sin embargo,
no preciso ni un segundo sin ti,
para contar mil vidas.
Nunca se vive lo suficiente,
cuando la enredadera de tus besos,
se pega al horizonte de sucesos.
Navegar tu mirada
en la profundidad de tus abismos
rozar tus labios, bordear el istmo
que separa la ausencia de nosotros
Recorrer tu mirada
navegándote…
La semiótica de los labios.
el signo,
aliquo,
mar abierto,
ese inmenso oleaje que imanta tu boca,
desperezándose,
marcando la horizontalidad de las líneas
sobre las que escribir nuevas frecuencias.
No hay poema mas bello
que tus besos
navegando mi piel
No soy lluvia imborrable
sobre el calendario
de tus días de invierno
No te diré que soy imprescindible,
ni siquiera aquella frase.
tan manida,
de que nadie te querrá igual,
no te inundaré de post-it la ventana
ni haré de un corazón mi estado del WhatsApp
no encargaré una cartelería,
una foto prendida, tampoco una postal.
con un te quiero.
Yo no soy nadie especial,
soy igual que cualquiera
y por eso,
solo puedo prometerte,
Amarte,
hasta que la luna
torne en cordillera
todas las llanuras,
Amarte,
hasta que las estrellas
coronen de amapolas
la galaxia muda de los besos.
Las constelaciones de tus caricias
sobre mis puntos cardinales,
indicación al oeste, sugiriendo
que todo estará bien un nuevo día
Añoro tus mensajes apostados
en el alféizar de mis sensaciones
Inopinado azul en el blanco techo
en el que se describen nuestros versos
conjugando en sol un solo verbo,
amándote y amante, amor y amado.
Amanece el amor,
y bien temprano,
franqueando miradas,
desbaratando invierno,
igualando al sol, en resta y suma,
de sábanas de hilo y confidencias.
Una aurora de besos,
en el hallazgo de tu cuerpo.
Y si hacemos un bosque de sonrisas
para des- atrapar el desaliento
en cada tramo, puente, luz del día,
ese bendito espacio entre tus cielos
desde el atardecer de mis visitas,
el opulento vino de tus besos
y la salvaje templanza en poesía
¿Y si hacemos un bosque? de sonrisas
En sus ojos
hay unos labios, tendidos, tras el sol
el sabor de sus besos
ese ramo de flores
un pasaje
aterrizado en su piel
ese comienzo
acelerado
intenso
En sus ojos