Nada es igual que ayer

La vida, a veces, nos sitúa al borde de un precipicio. Y nosotros, no pocas de esas veces, no nos ayudamos mucho, embaucándonos tras la queja o la desesperación. Para esos días recupero un poema que escribí hace tiempo.

 

Nada es igual que ayer

al menos, como hoy lo ves,

lo que se va y lo que viene,

lo que fuiste y lo que tienes,

Nada es igual que ayer

 

 

Ves, tu cuarto, huele a menta

y esa luz que hoy alimenta

los rincones, las macetas,

y que tu cuerpo perfila,

entre tonos violetas

se tropieza con las lilas

que asoman a tu cintura,

lo ves, ya se fue la duda

y también esa amargura

Nada es igual que ayer.

 

Porque el dolor ya se fue,

al menos como hoy lo ves

Nada es igual que ayer.

Todo puede ser ligero

 

Final de agosto, plomo, pesadez

y un ruido machacón de un ventilador de feria.

Me detengo.

He encontrado un apunte tuyo.

Tu letra, tu pequeña letra

recordándome

que todo tuvo un comienzo

ligero.

Todo fue ligero en algún momento

y puede volver a serlo.