Techo y suelo. Abajo y arriba.
A veces nos preguntamos por qué a algunos todo les resulta facil y por qué a otros les resulta tan difícil conseguir hasta lo mínimo. El tiempo no debe servir para martirizarnos. Hay que persistir. Digo esto, claro está, dejando al lado situaciones de precariedad. Soslayadas dichas necesidades básicas, ¿Qué hay de malo en estar abajo, en algunas ocasiones? Es lo propio de la naturaleza humana. Lo que nos hace grandes es justamente eso, saber estar arriba y abajo. Disfrutar del éxito, pero también navegar el fracaso.
No lamento la piedra que lleva mi nombre
ni que el destino se antoje laberinto
encontrado en bucle, desafiante.
Lamento cuando las botas se resisten a enfundar mis pies
y no me permiten salpicar los charcos
Sobrepasemos este límite
y las ventanas de mañana encontrarán el sol en este invierno.