
Una joven escribe- creo que es un poema-
en una servilleta de una cafetería.
Repasa con su lápiz sus versos escondidos
y dobla con cuidado ese débil papel.
Su rostro es blanquecino, se asoma alguna lágrima
perdida entre sus ojos, quizá un desamor
Me mira fijamente, notando que le observo
y en decisión abrupta arruga su poema
dejándolo en un lado del plato del café.
Se marcha presurosa, su dolor contenido
va imprimiendo la estancia ahora abandonada
de su palabra oculta y su verso de amor.
Yo recojo en silencio su servilleta triste,
un sueño que rehúye, un verso retorcido
y la leo despacio para hallarlo de nuevo
Aquí están sus versos, ese verso latido
que sorprendentemente hablaba de mis ojos.
Una mujer me mira. Tiene los ojos negros
Ella sabe que tengo prendido mi dolor
Mas cuanto más me mira, siento que tu recuerdo
se queda liberado en un trozo de papel,
no haré más versos tristes ni lloraré tu ausencia
pues hoy me siento libre, cargada de valor
para decirte adiós…