Invisible, pero lugar tan propio

donde los momentos se encadenan

para comprender que la añoranza

no puede ser Ítaca ni fuente ansiada.

No hay nada sutil en el regreso

si pretendes llevar los mismos ojos.

Sin embargo, es en el horizonte

donde encuentro una nueva lente

desde el silencio propio

desde el lenguaje roto

y todas las posibilidades de mañana.

Por cierto, una extraña flor

olía a tus besos.

Deja un comentario