Puede

Puede que el olivo no sepa de mi nombre

ni añore aquellos pasos recorriendo su rostro,

un rostro de corteza y rama florecida

bajo esa luz que encala las paredes del patio.

Y puede que los muros no recuerden mis pasos

ni tampoco mi voz llamándote a la tarde

ni esos anocheceres en púrpura y naranja.

Puede que el terrazo no reclame mi ausencia,

ni la mesa de mármol, ni el verde de la puerta,

quizá ningún objeto de los más cotidianos

sepa nada de mí y guarde indiferencia.

Puede que todo el sol que ilumina las cosas

no tenga más sentido que otorgarme nostalgia

para que los recorra imaginariamente,

como si tu y yo aún estuviéramos allí,

entre las aceitunas caídas sobre el suelo,

retozando vida y resistiéndonos

a cerrar la memoria y el silencio.

Érase una vez la tierra y la rueda de la fortuna

Antes de que la tierra me hablara,

yo anhelaba mantener indemne

un cuerpo de sirena,

el cabello de amazona

y la ancestral espada que tutela

las puertas de la noche.

Antes de que la tierra me hablara,

yo era eterna viajante de la noria,

donde la fortuna gira tras el vértigo

depredando sus hijos, marchitando

los ojos vendados del olvido.

Y atada a sus monstruos,

 como  si fueran míos,

soñaba con la suerte de arriba,

temía la desgracia de abajo,

en ese mapa que dicen es destino.

Pero cuando giraba bien abajo,

la tierra me llamó.

Salta.

¿Por qué sigues atada ahí?

¿No es absurda esta rueda?

La fortuna gira, y tú la llamas karma,

la fortuna gira, y tú la llamas suerte,

la fortuna gira, ahora ya es desgracia,

el silencio, la angustia, eso que no llega

…eso que te atrapa.

Salta. Pisa mi tierra que te envuelve

La vida es otra cosa. Regrésate.

Pero los habitantes de la rueda,

precisan alimentarse de tu engaño.

La seguridad que te prometen es vacua,

su corona no es clara y sus aspas

no son más que senderos tortuosos

que vienen a restarte lo que intuyes.

Salta. entro de ti está la memoria

del agua primordial y de mis vides.

Me desaté del tiempo y del espacio,

dejándome caer, tocando suelo,

pude escuchar su bella sinfonía.

Y danzamos, danzamos…

Y tú ¿Saltas?

Fantástica

Ella vivía en el mundo de los sueños

para no lamerse el dolor

que deja el hielo derretido sobre los ojos.

Ella veía los sonidos

y aprendía su tacto.

La emperatriz de fantasía

sobre los colores de sus lunas.

Él bendecía sus mitos

y la pureza de su mirada.

Ella reía,

incesantemente,

dando fuego a la estancia.

La amaba,

la amaba tanto

que, cada madrugada,

pintaba de púrpura  sus ventanas

para que despertase,

cada mañana,

en un nuevo paisaje de sentidos.

Feliz 2025

Ritual de invierno

Aire

Y fuiste viento sobre mi cadera,

musicando la vida

fuiste brisa,

remolino,

sinfonía,

compactando

nuestras adicionales dimensiones.

Ortografía

Equilibrio

No siempre es fácil

guardar el equilibrio

en un estanque de agua.

Hay un punto en el caos,

un torrente indisciplinado,

que permite

la sincronicidad de las mareas.

Todo está bien si despejamos

con mirada abierta el aguacero.

Memoria

La memoria miente

como una ratonera trampa

como un depredador ausente.


La memoria modifica la palabra

y pixela la imagen de postales

de sonrisas sin tiempo.


El recuerdo es un espejismo

en el que nos miramos

para no vernos desnudos.


Sea bueno o malo, idealizado,

personalizado, dramatizado,

no hay hilo que teja fuerte su textura

y mañana, aunque sea

por una coma, o un punto y seguido

nos será tremendamente diferente.


No hay verdad absoluta en una historia.

No existe pulcritud en un relato.

Saberlo nos hace humildes

y también libres

de la tirana emoción presente,

la reina del oráculo,

la puerta que abraza el engaño

de creernos seres temporalmente pasajeros.

Sueño naranja

Mi mirada se hace tapiz

de colorido hilo,

un puerto cualquiera,

quizá, mejor, exótico,

donde el error generativo

multiplica las barcas

en mis manos.

La trampa es atraparse

festejar la alacena,

los lugares comunes,

donde todos tenemos

un trocito de invierno.

Por mucho que quiera

dibujarte un beso,

no es nada sencillo

cuando se pierde el alma

y se desnuda el sueño.

Barbara

A Barbara Strozzi

Diría que las cuerdas lloran

para camuflarse entre los tonos

que deslizan las notas en su voz.

Y van tejiendo lunas que se elevan

sobre viejos canales que reclaman

un espacio entre los soles de verano.

Aguda y armónica disonancia

para mantenerse libre donde nadie

hace apuestas por una mujer hermosa.

La música es el eterno paisaje

y el barroco es un faro luminoso.

Contrapunto, bajo continuo, base,

la fuga del poema que anochece

en raíces de canto entrelazado.

Son las rosas, claveles y narcisos

un laúd como un verso inacabado

en la tenue mirada de la Venus.