Desencuentro

Cuando tú y yo

hablábamos la misma lengua,

las palabras no tenían más tempestades

que una tormenta de besos.

Mi mar era tu mar

y todo paraíso no era mejor que el brillo de tus ojos.

Hoy todo parece lejos

un paisaje inacabado

a la defensiva.

Construimos castillos de altas torres

para impedir el abordaje propio.

Los espejos no resisten a la quema

y el espíritu se siente antagonista

el adversario

que no resiste a la quita de los tiempos.

Los besos todavía nos unen

pero las caricias nos separan.

Propio

Invisible, pero lugar tan propio

donde los momentos se encadenan

para comprender que la añoranza

no puede ser Ítaca ni fuente ansiada.

No hay nada sutil en el regreso

si pretendes llevar los mismos ojos.

Sin embargo, es en el horizonte

donde encuentro una nueva lente

desde el silencio propio

desde el lenguaje roto

y todas las posibilidades de mañana.

Por cierto, una extraña flor

olía a tus besos.

Un corazón vestido de flores de lavanda

Era 1943, cuando Alberti tildó de maravillosas las páginas de » Mi corazón al desnudo» de Baudelaire. Y era 2005, cuando Boadicea niña tomó el bolígrafo rojo para subrayar las contradicciones de tan generoso prólogo y también las de ambos diarios. Ahora me pregunto por qué le permití leer, a tan escasa edad, material tan sensible. Lo cierto es que ya de niña se defendía bien y contestaba al poeta de forma contundente. No puedo sino sonreír cuando, en el margen de la frase “este libro no está hecho para mis mujeres, mis hijas y hermanas. Casi no las he tenido”, escribe un “ni que lo digas”. O cuando Baudelaire afirma “La venus eterna (capricho, histeria, fantasía) es una de las formas seductoras del diablo”, le conteste que “con los ojos cerrados, yo escribiría soy mujer y no diría tantas estupideces”. “La mujer no sabe separar el alma del cuerpo. Es simplista, como los animales. Un satírico diría que es así porque no tiene más que el cuerpo”, escribió el poeta y Boadicea replica “no me dices nada. Hay pocas buenas frases en este libro”.

 Sin duda Baudelaire expone su corazón desnudo, como decía Alberti, desde la rabia y con un caparazón defensivo.  En realidad, Alberti no se equivocaba, Baudelaire inspira “ternura”, pero muy moderadamente, sin excesos, porque a la par te desagrada. Alabo su verbo, pero no le admiro. Me provoca la imaginaria sensación de que, una vez por todas, la palabra llegó a ser libre, sin corsés. Y al tiempo, no deja de ser la hipérbole de un desequilibrio detestable. 

  De los excesos burgueses, el genio, la ruptura, el insurgente verso, pero también estos lodos. Es cierto, en aquellas frases no afirmaba nada diferente a lo que la sociedad imperante entendía sobre el papel de la mujer. Las críticas morales que recibió no lo fueron justamente por esas frases. Pero llevaba a tal punto su misoginia que incluso era vomitivo para una moralidad patriarcal. Sin Baudelaire no entenderíamos la poesía actual, sin duda. Sin detestar gran parte de sus afirmaciones, no entenderíamos el mundo de hoy.

  El poeta decía “Joder es aspirar a entrar en otro, y el artista jamás sale de sí”. O versaba “sobre la necesidad de pegarle a las mujeres”. Con odio estremecedor contra sí mismo, entre la perversión y la genialidad, es quien contradictoriamente nos ofrece versos cargados de imágenes con extrema fuerza y en ocasiones demenciado contenido.

  Me permito cerrar este capítulo en la confesión de su malogrado intento de convertirse en dandi: “La mujer es natural, es decir, abominable. Además, es siempre vulgar. Es decir, lo contrario de dandi”. “¿Y no es un dandi- pregunta Boadicea- una decrépita femme fatale?”

  “La carta de un campesino sin ortografía es más humana que sus fosas”. No, Charles, no todo es la forma, o la performance o el destete burgués. Las frases más profundas se escriben con las manos y son poemas en su puro sentido. Son palabras no pronunciadas pero vivas, que imprimen nuestro subconsciente. Esas que grabaron los hombres y mujeres que mimaron la tierra para amamantar el camino de sus hijas, esas niñas que hoy también pueden llamarse poetas y no sentirse abominables.

  Esos hombres y mujeres, trabajando la tierra, no precisaron escribir bien, para ser la imagen más bella que regalar este verano.

  Feliz agosto.

Invierno

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El cielo no está azul. Diría que es invierno,

tiene esos tonos grises presentes en tus ojos

y un blanco inacabado de promesa perdida,

de esas que tejen huecos vacíos por la ausencia.

Desciende mi mirada, hay algo que me turba

que agita mi impaciencia con velos de infortunio,

como la nube negra que presagia tormenta

cuando todo está bien y la casa está en calma.

Rebelde la madera, entre el barniz y el tinte,

sobresale la letra, comienzo de tu nombre.

Es tenue ese silencio que me trae el recuerdo

de esa tarde de abril que se llevó tus manos,

constantes hacedoras de versos sin palabras,

el reloj en la pared, el papel de periódico,

los paseos sin tiempo, el mar en la ventana

y la madera oscura tallada con esmero

que habitaban cristales imaginando mundos

al paso detenido de los rayos de luz.

Ese viento que añora vestirse en tus zapatos

para poder hablarte, aunque fuera un segundo

y calmar las raíces de ese viejo castaño

que todavía guarda la impronta de tus besos.

El cielo no está azul. Diría que es invierno,

invierno en este agosto plagado de matices,

invierno.

Y llegó el amor

A veces eres tú el sueño entero

A veces los sueños tejen hierba fresca

de intensos verdes devotos de tu nombre

que en suaves hojas del aire vespertino

diría que semejan tu sonrisa.

Y a veces como un soplo o una brisa

nos devuelven al saco vitelino

anáfora del personal pronombre

vasija ignota de primigenia bresca

que alfombra el subconsciente de tu luna.

La noche ya es tan clara como el día

o a veces soy yo quien los aúna.

La noche es tan etérea, sutil y tan liviana

que no quiere llegar a ser mañana

para no perder el sueño que rocía

el verbo amante que el beso deshilvana.

A veces eres tú el sueño entero

del caudaloso amor que en mí asoma

y en las tardes de desmedido aroma

despiertas ese beso que yo espero.

Doctorándome

Feliz solsticio 2023

Un verso para ti

Buen domingo!

Youtuber

El lenguaje de tus manos

milimétricamente calculado

un mudra de balance,

para que mis ojos avisten confianza

bajo tu voz pausada.

Sé que mientes

y que esta mentira es caudalosa

pues atrae tu abundancia

para el despropósito

de los ingenuos que te siguen.

Dices tener secretos revelados

un ático en el pensamiento mágico

y decenas de libros a la venta.

Que has leído a los sabios

te has dejado empapar del pulso de grimorios

y eres capaz de acometer cualquier empresa

con la confianza de la ley de la atracción.

En el mundo de las redes, hoy diríamos,

que el video como el papel todo lo aguanta…

Llego a pensar que crees tu propia mentira.

Que tú crees gozar del secreto cuando induces

que vengan hacia ti para alimento

de la savia que corre por tus venas

como sello de luz.

Y otros vendrán en mi nombre y a muchos engañarán.

La razón es bastante traicionera

cuando se aferra a la emoción

no te quito mérito,

pero sé que mientes.

No, no hay secreto, al menos de esa forma.

Solo hay vida

que caprichosamente se disuelve

entre el océano de los verbos.

Y cuando llaman los días turbulentos

no hay puñado de sal ni hilo mágico,

ni siquiera los versos tendidos de los salmos,

que pueda frenar el poniente en un instante.

El equilibrio es una complicada, pero sana síntesis

entre dejarse fluir pese a lo incómodo

y tomar las riendas cuando la tormenta

deja de rasgar la tela de tu vela.