
Y fuiste viento sobre mi cadera,
musicando la vida
fuiste brisa,
remolino,
sinfonía,
compactando
nuestras adicionales dimensiones.

Y fuiste viento sobre mi cadera,
musicando la vida
fuiste brisa,
remolino,
sinfonía,
compactando
nuestras adicionales dimensiones.

Cuántos versos de amor han perecido
por sencillos que fueran pronunciados
en los labios, que el velo del olvido
ocultó en su dolor, agazapados.
Cuántos versos ajenos y olvidados
de un corazón de fuego enardecido
fueron puros, intensos y estrellados
como el cielo de abril al sol asido.
Cuánto duele sentir ese no olvido
que abandona la tarde en el abismo
de pensar que no fue lo que sí ha sido.
Y sin huella siquiera de sí mismo
sueña encontrar aquel sonido huido
y azota su agonía cual seísmo
en los versos de amor aún presentes
que recuerdan su brillo resilientes

A veces los sueños tejen hierba fresca
de intensos verdes devotos de tu nombre
que en suaves hojas del aire vespertino
diría que semejan tu sonrisa.
Y a veces como un soplo o una brisa
nos devuelven al saco vitelino
anáfora del personal pronombre
vasija ignota de primigenia bresca
que alfombra el subconsciente de tu luna.
La noche ya es tan clara como el día
o a veces soy yo quien los aúna.
La noche es tan etérea, sutil y tan liviana
que no quiere llegar a ser mañana
para no perder el sueño que rocía
el verbo amante que el beso deshilvana.
A veces eres tú el sueño entero
del caudaloso amor que en mí asoma
y en las tardes de desmedido aroma
despiertas ese beso que yo espero.
versos encadenados en arte mayor.

Suenan palabras tristes, tan lejanas,
y un viento que las trae y las agita,
por no tenerte cerca estas mañanas
no siente el corazón ni resucita.
Hay tanto que decir, mi voz callada
arrecia yerma sombra que me quita
el agua de la fuente luce helada
sin rebrotar su verbo como palma
en una tierra lodada y anegada
no encuentra ni acomodo ni la calma.
Difícil ser consciente del abismo
y yo no pueda ofrecerte esta mi alma,
que todo por no ser sea lo mismo.
Es el averno más frio esta tu ausencia
y me derrumbo ante este cruel seísmo
con la llama prendida en la impaciencia.
Aun así, quiero ser la fortaleza
de la pasión que nace en inocencia,
yo creo firmemente en la belleza
que habita cual vergel en tus miradas
y se eleva grandiosa en su firmeza
en las frescas, más puras madrugadas
para traerte a mí con un suspiro
de las rosas por ti ya enamoradas.
Blanca y celeste luz cuando te miro
tan valiente, cuán ferviente, cual tu eres,
y por lo que serás, que yo te admiro
y te amo, y te amaré por donde fueres.
para desintoxicarme de la IA, escribo este soneto para ti.

Esta mi vida es jardín que hoy florece
una rosa de amor y de esperanza,
el alma mía con su belleza alcanza
y con su aroma presta se enternece.
Su brillante color del que enriquece
y se recrea la vista en la semblanza,
en bella mano su anhelo de alianza
fugaz y tan profundo me parece
como esta rosa es por ti, amor tan puro,
eterno pretendiente hacia tu risa
que solo por amarte yo te juro
seré un verso sincero entre la brisa
sin más deseo que tú, yo en ti perduro
como rosa que crece en tu sonrisa

Tu mirada es blanca como la nieve
Tenue como la brisa de verano
Suave como un sol en primavera
Tan ligera, como de mariposa.
Y es este paraíso de tus ojos
donde hallo el oasis de los míos
esa bendita sensación de vernos
sin precisar palabras ni otra cosa.
Aunque fuera espejismo tu cintura
me quedaría sin ninguna duda
perdida entre tu cuerpo para hallarme.
No encuentro más sentido que mirarte.

Como en un laberinto
yo,
en extremo bucle,
me imanto entre las letras
indago en su alma
reitero sus sonidos
los prolongo
deslizándolos
suavemente entre mis labios
como un beso.
Y las no pronunciadas,
aquellas
que residen dentro
iluminan un rostro
siempre calmo
principiando una cascada
donde el agua mana
y la energía reposa.
La suerte se despega
del alea,
y sus letras centrales reverdecen.
Los caminos accidentales del azar
no la seducen
balanceándose sobre su nombre
despeinando los decimales absolutos
imaginando
creándose
una imagen prolongada
para llegar a unirse con mis ojos.
Cuando me veo y te veo
en ese instante
la razón, la sin razón, la realidad, la vida
visible e invisible
todo suma.
Y somos, porque soy y porque eres.
Aunque los caminos no se crucen
y las encrucijadas interiores nos separen
seremos.

Pasos,
dijo el poeta que al andar se hace el camino,
el camino como huella,
la permanencia del avance
y la aceptación del recorrido.
Yo, que soy poeta a medias
me gusta olvidar el camino,
no dejar migas de pan para un fácil retroceso.
No siento necesario guardar la ruta.
El regreso es avance hacia el origen.
En este transito que empieza
la luz se detiene, anochecida
revelando la importancia del paseo.
Pasear contigo sin saber a dónde,
las estrechas calles,
las amplias avenidas,
y las gotas de lluvia que caen delicadas
bajo el abrigo de los soportales.
La tierra que revela su verde en primavera
y el amarillo paisaje de agosto.
Pasear contigo sin importar a dónde,
deshaciendo pasos,
renombrando el camino,
porque tú eres la meta,
tú eres el recorrido,
el avance, el sentido,
el sonido de la luna
musicando al sol.
Un universo sobre tu mano
sobre mi mano
danzando
en un giro sincrónico
para revelar
la inexistencia del tiempo
cuando todo lo es
contigo.

El viento es la palabra de tus ojos,
tus manos, sinrazón de mi cintura,
aliento, la pasión, la descordura
y los frutos los besos que recojo.
Y es que este amor anida en mi mirada,
la ocupa, la transgrede, la arrebata,
la torna verso, metáfora, poema,
una semilla que al polvo de la tierra
eleva al cielo abriendo una ventana
detenida en tus labios del mañana.
Viajo por tu cuerpo como errante
y me hago fundamento en tu sonrisa,
ese destello de luz que trae la brisa
y es letra entre tu nombre al completarme.
Y ya no temo decírtelo al oído,
tu cuerpo se hace templo,
yo tu espejo
y la semilla flor de primavera.
La luna se despeina entre las aguas
vistiéndose de mar. Y es tierra fértil
mientras el sol la habita
en el fuego prendido de tu rostro