Quién observa

Observo una fotografía

Un bello paisaje donde el otoño

se abre a naranjas, rojizos

y un verde tímido, luminoso

como puerta entre nieblas.

El camino es un mar de hojas

cuyas olas rebrotan con mis pasos

amarillea la luz y se hace pura

entre sombras de blanco.

Estoy sola. Tal vez no lo estoy

Asoma una tímida palabra

entre mis labios.

Y pregunto quién observa

para que yo observe.

Imagino un espejo tras los árboles

Las hojas en un mar cian

donde las olas son verdes.

Y yo, como un haz de luz

más bien celeste

al final del paisaje.

Puede que yo sea mil mujeres

Puede incluso que tenga mil colores

reflejados en el iris

según quién observa.

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Si no fuera poeta, quizá, no lo diría…

                 

Si no fuera poeta, quizá, dibujaría

                  un cielo bien repleto de nubes pasajeras,

esas que habitan el éxodo y destierro,

                 cuando las luces son pocas, tan distantes

                 y la noche es materia vacua y yerma.

                  Si fuera poeta, quizá, no escribiría

                  bajo el aroma del mes de crisantemo

                  porque todo está ahí para ser contemplado

                  sin más palabra indemne que la lluvia

                  descendiendo suave, enterneciendo

                  todas, aquellas, ellas, las pequeñas cosas.

                  Si no fuera poeta, quizá, no pensaría

                  en el pequeño rostro oculto tras las lunas,

                   ni amasaría su mezcla, como una madre,

                  para recomponerlo de nuevo triunfante

                  sobre las descendencias de la tierra.

                   Sin duda, si yo fuera poeta no diría

                    que las hojas de otoño son esferas

                    que desprenden palabras al oído

                    cada vez que tropiezan en el suelo.

                    Cada vez que se elevan revoltosas

                     jugando a tener alas con el viento.

                    Si no fuera poeta, quizá, yo no diría,

                    que en este antagonismo a primavera

                    retomo la energía de tus ojos

                    para volverte a ver sin que lo notes.

Va pasando la vida

             Va pasando la vida, y no despacio,

             enredada y asida a correntías,

             unas fuertes mareas, marejadas,

             y otras olas pequeñas, como rimas,

de los besos que siempre prolongamos

             y regalan, a saltos, la alegría.

             Va pasando la vida, tropezando

             con los cantos más grandes y pequeños,

             los vaivenes del tiempo y el espacio,

el desamor, las luces, y ese fuego

que prende el amor en nuestros labios.

             Va pasando la vida, como un juego,

la fortuna en su rueda traicionera,

unas veces nos alza, otras nos lleva

boca abajo, sin rumbo, sin espera.

             Va pasando la vida, y es lo menos,

que cuente el tiempo el reloj

y que el otoño traiga vides

repletas de las uvas de septiembre,

y las lluvias y el frio de noviembre

             pues la nada es el olvido y la carencia,

             el vacío del alma y la tristeza,

             ese no hallar sentido, y en un sueño

             sumergirse en las glorias del pasado,

             a veces tan amargo, a veces tan distante,

             y otras veces tan cálido y vibrante.

             Va pasando la vida, como un soplo.

             Y pobre del que huya de este paso,

              siendo fantasma de sus propios miedos,

              exista sin vivir, y muera entre lamentos.

              .