Letras para ti

(versión larga)

                  I

La palabra es como la mano de un ángel

y se hace piel humana en quien la sigue,

en aquel que recorre los designios,

de las doradas letras de su nombre.

Es ella quien te aparta, quien disipa

la atracción del vacío, el mensaje apocalíptico

en el juego imposible de los necios.

Es ella quien reverdece el arco iris

y apacigua los tonos del silencio.

Ella es generosa con los cuencos rotos,

amarillea y abraza sus grietas,

tomando forma de nube cristalina.

Y es ahí donde la palabra habita

con la pureza de un manantial

y en la fuerza de su correntía.

Quién la sigue y abraza, en ella encuentra,

el aroma que hace dulce su sendero

en las montañas de la noche.

Quién no encuentra acomodo, en ella halla

el bálsamo que regresa su mirada

bajo la enredadera de su rostro.

                   II

La palabra sana las heridas

las suaviza con el aceite de sus sílabas

Purga la viña y enardece de frutos

el verdor de su ramaje.

Ella, no te engañes, no precisa

presidir ejércitos asolados,

ni crecer en la sangre de los sacrificios

ni demostrar su fortaleza.

Ella no se reduce a un nombre,

no se visita en el espejo.

Habita en las llanuras de los rostros

sin importarle cómo le nominen.

Solo precisa que permitas

entrar en ti esa bendita ráfaga

y hará crecer en ti las mariposas

que con doradas alas enternecen

el corazón más duro.

Una melodía de amaneceres

que tiñen de celeste tus oídos,

en el alfabeto de sus mejillas.

Entre mis propios dedos

reside la palabra olvidada

Hay veces que estamos perdidos ante los propios ojos,

transeúntes anónimos en un tiempo extraño,

cuando los vestidos del olvido arañan nuestra piel,

sus colores forman vetas sinuosas

y se sobresaltan cada vez que despertamos.

Hay veces que dormimos para no dormir

y el exilio se produce a la mañana,

la desmemoria de las manos,

la rigidez que impide juntar sus dedos

para concretar una nueva primavera.

Por enésima vez, o mil doscientas veces,

los senderos se agrietan

y todos los caminos son desconocidos.

Hay solo una palabra

que puede despertarme y despertarnos,

pero quizá no sea posible pronunciarla.

PALABRA

QUÉ TUS LABIOS SEAN MAGIA

La   palabra,

parábola,

la que lanza, compara. La línea

parálela al discurrir

del tiempo y de los nombres

La palabra.

La que nace, sostiene, imagina, retiene,

la que surge, rebrota, navega, desciende,

la que enciende, sumerge, inunda, destrona.

Me atrae renombrar sus arquetipos,

quitarle el significado de sus letras,

para adivinarla dentro,

en su poder creativo

Y retomarla

purificada de toda ambivalencia,

no dejando hueco a las malditas.

Anulando la que es arma peligrosa,

la que destruye, difama, enroca, discute

la que incita la ira y la batalla

la que nace muerta,

la palabra maldita y maldiciente.

No pronuncies aquello

que no puedas mantener después de un siglo.

La palabra comienzo

el gran viaje,

entre las densidades de sus letras,

enredada madreselva intuitiva.

La palabra verbo.

Plantemos un árbol en medio del espíritu.

El retorno a los tronos ancestrales,

sin edulcorante de sus noches.

Destripar las palabras

escudriñar su aliento

de palaBRA

Y qué se haga la magia.

Voy a crear de la nada

mientras estoy hablando.

Rima fácil

  ¿Es todo poesía? 

 

La palabra retenida

en las entrañas de mi  boca,

divide mi pensamiento

por no querer salir si se equivoca

y enrocada entre mi aliento,

sigue en sigilo este verso,

para ver si su tormento,

se termina en un momento,

y se descubre en el texto.