A veces el amor

A veces el amor

Se hace jirones,

Impresencia constante

Quemarropa,

Un final advertido y previsible.

A veces,

Pero otras,

Esas otras,

Tan benditas,

Te abrazan a una piel

Con nuevos ojos,

Y te devuelven la vida

En un instante.

Es la danza del cortejo

Sobre un balcón de nuevas golondrinas.

Mi regalo

Lo único importante

es besarte

hasta que el nuevo día,

nos traiga el sol sobre la piel dormida.

Por eso,

si me besas,

no preciso ningún otro regalo

Roce

En ese espacio,

milimétrico,

imperceptible,

entre tu y yo,

habita todo el paisaje que es posible imaginar.

Imaginarte es quererte.

Mis Versos

Mis versos son tus ojos,

demandando,

el abrazo de todas las mañanas.

 

Tú eres el mejor poema de mi vida.

Amantes

Las vocales son amantes

de la matemática perfecta de tus labios,

resguardados

en las barandillas de mis besos.

 

 

Todo

¿Y quién quiere serlo todo

cuando puede ser un beso,

que se queda muy pegado

a todo lo que deseo

cada vez que yo te tengo?

 

Te siento

Te siento

como viento huracanado,

remolino,

alborotando

las cortinas de mi cuerpo.

Te siento,

cual tornado

fuego abierto,

catarata,

en los acantilados de mis versos.

Te siento, te pienso,

te siento

Subversiones

Destiendo la ropa en el patio de tus ojos,

buscando la subversión de tus sentidos,

la aurora que irrumpa la rebelión de las formas

en la marejada de todos los pensamientos.

Lo confieso, me gusta recostarme sobre ti

pensando

que todos los océanos son abarcables

Circunloquio

La rugosidad de las caricias,

el tacto pasajero

de una mano altiva,

crujir de dedos en el arriate de las promesas,

de los verbos insatisfechos

y de las flores que nunca poblarán el mediodía.

 

Porque  todo eso no me complace,

prefiero la suavidad de tus arrugas,

la aspereza de tus manos,

y esos ojos, mar batido, mar abierto,

tempestuoso,

sobre el acantilado de mi ropa.

 

 

 

Claridad

Tus manos,

viajantes,

entre las nieblas,

tu claridad

enarbolando la bandera

de la seda y del tacto

la pauta sosegada de la noche

deslizándose,

sobre los pliegues de la ropa

 

No es difícil amar

cuando la vista

tropieza con el faro de tus ojos.