versos encadenados en arte mayor.

Suenan palabras tristes, tan lejanas,
y un viento que las trae y las agita,
por no tenerte cerca estas mañanas
no siente el corazón ni resucita.
Hay tanto que decir, mi voz callada
arrecia yerma sombra que me quita
el agua de la fuente luce helada
sin rebrotar su verbo como palma
en una tierra lodada y anegada
no encuentra ni acomodo ni la calma.
Difícil ser consciente del abismo
y yo no pueda ofrecerte esta mi alma,
que todo por no ser sea lo mismo.
Es el averno más frio esta tu ausencia
y me derrumbo ante este cruel seísmo
con la llama prendida en la impaciencia.
Aun así, quiero ser la fortaleza
de la pasión que nace en inocencia,
yo creo firmemente en la belleza
que habita cual vergel en tus miradas
y se eleva grandiosa en su firmeza
en las frescas, más puras madrugadas
para traerte a mí con un suspiro
de las rosas por ti ya enamoradas.
Blanca y celeste luz cuando te miro
tan valiente, cuán ferviente, cual tu eres,
y por lo que serás, que yo te admiro
y te amo, y te amaré por donde fueres.