
Asumir la derrota,
y rechinar los dientes
en la cruda realidad de la impotencia.
El camino recorrido,
el esfuerzo,
la generosidad del desafío,
se vuelven inútiles propósitos
de un transito que no sabe devolverlos.
Aun así,
hemos de respirar profundamente
y pensar que seremos más hábiles,
en el próximo viaje.
Somos corredores de fondo,
las etapas
pueden superponerse
y quién lo diría,
una realidad paralela descubre
su bosque
ante nuestros ojos