Hacer a nuestros ojos visible la naturaleza, puede ser un buen método para reencontranos. Mi padre siempre miraba al mar, de forma persistente, en busca de esa paz que curiosamente, casi siempre tenía. En este poema se intenta emular ese estado al que se llega tras descender a la nada para reiniciar el camino desde ella. Los colores y las formas son irregulares, impresionantes, complejos y a la vez simples.
Mar, cobalto azul, indefinido
en gris te amo como la roca tosca
sin erosión en desde, quizás hacia la nada
amanecer en alba, de blanco-plata en brote
Tierra, sin mas, deseo, de ocre sobre el lienzo
amarillea el trigo y se delata el fruto, verdeando
en el simple devaneo de las hojas.