
Luna llena en acuario,
secuestrada
por la furia de un mar que, desatado,
no refleja ese sol que nos destina.
Vienen vientos contrarios
desarmando
los cambios en la ruta.
Hay tempestades
internas
y el miedo más oscuro
preterido
reclama su lugar y su viaje.
Deriva solitaria que demanda
respuestas a la luna.
Dónde hallaré preguntas
que contesten
por qué el cielo se calla y hay silencio.
La calma que precede
a cualquier giro.
El tránsito de Acuario,
incontinente,
desborda nuestras jarras
y no hay tiempo
de reponer vacío en los bidones.
Solo pienso
en retomar la ola que me lleve
a un asiento en la tierra.
Un agujero en la vela.
Se desploma
y suena melodía de naufragio.
Lejos
una pequeña embarcación enciende
sus luces de bengala.
Y cierro mis oídos y mis ojos
a toda melodía negativa.
Soy círculo, corona viajante
equilibrando las ánforas.
No la veo, no oigo.
Solo escucho
el despertar del canto de sirena.
Amaneció sin nubes otro día
tan pronto como supe
que se puede interrumpir el sueño
dejando de crear alegorías.