
Cuando nos enfocamos en la palabra humildad, pensamos en la aceptación de nuestras circunstancias, y en ocasiones, incluso en sus más terribles cáscaras de la falsa humildad e hipocresía de las personas narcisistas y egocéntricas.
Hoy reflexiono y mastico la palabra humilde. Reflexiono y mastico la palabra aceptación. Y pienso que todos, yo la primera, no comprendemos su significado. Hemos interiorizado su contracción, pero no hemos interiorizado su expansión. Todos pensamos que ser humilde es aceptar que uno no lo sabe todo, aceptar su lugar, las condiciones que le tocan, saber aprender y escuchar para mejorar, no alimentando el monstruo de nuestro ego. Y eso es así, pero también lo es que hay que ser humilde para recibir. Aceptarnos, para entender que merecemos y no petardearnos sistemáticamente a nosotros mismos. Cuántas veces nos limitamos a nosotros mismos, nos negamos cosas, y somos nuestro peor crítico. Aceptar es también permitirnos decir a viva voz que nos merecemos el amor, la prosperidad, la tranquilidad…Aceptar no es represaliarse, ni reprimirse. Hay un mensaje que cala en nuestro subconsciente como una herida y que elabora una creencia limitante de que no nos merecemos algo. Es cierto, es peor la falsa humildad y la hipocresía de algunos que elevan su ego a lo máximo. Sin embargo, también es negativa una humildad caída, una humildad vista desde el rigor que nos lleva a arremeternos hasta el punto de no creernos merecedores. A no saber recibir. ¿Y si el subconsciente está limitando nuestro consciente?
Si a veces piensas que te niegas cosas, te limitas, no intentas progresar porque no te crees capaz de hacerlo, quizá haya en tu subconsciente un concepto restrictivo de la aceptación y la humildad.
Hoy vienen a mi mente las palabras de merecimiento:
Merezco todo lo bueno.
Yo no soy mis pensamientos negativos ni restrictivos.
Abandono y olvido las limitaciones y todo aquello que no me deja crecer.
Yo soy las opiniones positivas.
Suelto los temores, los prejuicios.
Mis posibilidades de ser se abren como una flor en primavera.
Yo, tú, merezco, mereces, el amor, la prosperidad, la libertad de no limitarme, de ser lo que puedo ser.
Soy merecedor y lo acepto.
Sé que eso también es la humildad.
Rompo las falsas creencias de mi yo y me encamino a permitirme ser libre para dejarme ser.
Primero, vamos de lo sencillo hacia lo humilde y quien llegue a lo segundo.. ya es un ser humilde, natural lamente.. Esta reflexión nos gusta mucho, al igual que todo lo que tú transmites…..Un abrazo muy humilde universo..😉
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Gracias!!
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Gracias.
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