Y somos

Como en un laberinto

yo,

en extremo bucle,

me imanto entre las letras

indago en su alma

reitero sus sonidos

los prolongo

deslizándolos

suavemente entre mis labios

como un beso.

Y las no pronunciadas,

aquellas

que residen dentro

iluminan un rostro

siempre calmo

principiando una cascada

donde el agua mana

y la energía reposa.

La suerte se despega

del alea,

y sus letras centrales reverdecen.

Los caminos accidentales del azar

no la seducen

balanceándose sobre su nombre

despeinando los decimales absolutos

imaginando

creándose

una imagen prolongada

para llegar a unirse con mis ojos.

Cuando me veo y te veo

en ese instante

la razón, la sin razón, la realidad, la vida

visible e invisible

todo suma.

Y somos, porque soy y porque eres.

Aunque los caminos no se crucen

y las encrucijadas interiores nos separen

seremos.

Un poema desnudo

Un poema desnudo, como un salmo

para hallar habitáculo en la roca

y no desoír a la montaña

que emerge en desafío entre tus manos

y la palabra calma de la tarde.

Es esa inmensidad de lo pequeño,

la callejuela en piedra, la escalera,

un verso que escondido entre tus ojos

hace del verbo tu nombre bendecido.

Hay luz, atardecer, que desafía

la lógica distópica del tiempo,

cuando la paz nutre la ventisca

y tu mirada es reina entre la espíritu.

No hay desasosiego,

el agua en calma

va comprendiendo el paso que ligero

envuelve todo, y lo trae de nuevo

un abrazo de amantes desde dentro,

para recorrerte en el recuerdo.