Elena

Esa boina morada que tú portas

y el cabello azabache que se asoma

que ni el viento de abril su rizo doma

a todas las miradas deja absortas

Como el color que ciñe tu cintura

y que tu esbelto talle así lo ensalza

lleva el añil del mar que en ti perdura

y el rojo que en tus labios se realza.

Estás bella, amiga, más que bella

rebosante de la vida que rebrota

y en tus ojos habita y abarrota.

esa amistad de antiguo que nos sella.

Llevas una corona de princesa

las manos de una madre tejedora

de sueños y palabras al oído.

Los tonos de magia que atraviesa

esa mujer valiente y hacedora

de justicia y aplomo comedido.

Esa mujer sencilla y complicada

a la que admiro y me tiene como amiga

es en realidad como una hermana

tan pura como el mar, reconciliada

con toda la verdad que al sol abriga,

la que con su palabra todo sana.

Adelante

Niebla.

Sobre los sentimientos apagados,

tan dolientes, en el entierro del amor.

Enciendo la vela fúnebre del tiempo

y quizá rezo, por no poder llorar,

quien más ama se culpa la derrota

por no resistirse en este envite

en el que me pides sangre más que besos.

Una ventana asoma al cuarto

y el cuerpo herido teme levantarse.

Una sábana empapada de carmín-

Ayer olvidé desmaquillarme-

guarda trozos de mi y me pide tregua.

El viento llama a los cristales silencioso.

Estoy lejos de mí. Mi piel ausente

no sabe de caricias teloneras

del fúnebre festejo del adiós.

Hace tiempo que huyó. No siento el tacto

ni enardece mi fuego apasionado.

Me he perdido en los versos de aquel poema

que nunca leíste, recuerdas,

y en el que pedía tu ayuda sin saberlo.

Si pudiera traer a mi vista el mar de invierno

fundirme en su oleaje intenso,

quizá limpiaría mis ojos embarrados

de tanto vivirte sin vivirme.

Esa marea viva en la resaca

que arrastra los restos del naufragio

 del ruinoso buque en el que ahogan

las lágrimas sus pétalos oscuros.

Niebla.

Para mayor confusión de mi mirada.

Mi madre siempre dijo, el brillo de los ojos

no tiene simpatía a los cobardes. Adelante

la vida siempre es bella, aunque la rosa

desagüe por el sumidero ese perfume

que se resiste al olvido y al silencio.

Adelante. La niebla es solo un espejismo

si somos capaces de querernos

a nosotros mismos.

Días inhóspitos

Hay días de fuego interno en los que la peor batalla la hemos de lidiar entre nosotros.

DÍAS INHÓSPITOS

Hay días que parecen una pausa,

en «stand by», un ya volveré

cayéndose las sílabas

sobre las esquinas de la puerta

cerradura echada, llaves puestas

reclamando una taza de café descafeinado

para recomponer nuestra memoria.

Hay días que terminan detenidos

en la jaula de las emociones

y son cerrojo amargo, golpe en seco

sobre las nubes que destronan

los barrotes que nos desdibujan

y a menudo nos vuelven invisibles.

Hay días que se aparcan

exprimidos

en abruptas razones de la mente.

Flores

  Un mensaje anónimo

  corretea en los espacios en blanco de mi agenda

  y me pregunta, qué se puede aprender de una flor.

  La flor florece sin temer que un día se marchite

  sin anclarse a la imagen de sus pétalos, cayendo,

  sobre la hierba de invierno.

  Ella sabe que es peor no florecer.

  Esconderse en el tallo de la planta, en el proyecto que no fue.

  Por eso florece libremente, generosa. Ella es el fruto

  para venideras floraciones. 

Quiero

            Quiero momentos pequeños

             en los que aparcar el tiempo

             en el regazo de las olas.

             Pero mentiría si dijera

             que las cosas pequeñas son las únicas

              que mueven mis sentidos.

             Quiero momentos grandes, rompeolas,

             el viento que al reloj pone de vuelta

             desgobernando los minutos.

            Quiero aquellos sencillos gestos

            que hacen apacible mi regreso

             y adornan el mensaje de futuro

             con un bosque de besos.

             Pero mentiría si dijera que me basta

             con una ruta de pequeños pasos

             o el débil sonido del café caliente.

              Quiero saltar la ventana de los días

              y empaparme del agua de la lluvia

              la huella del fractal que nos conecte

              quebrando las fronteras.

              Quiero, sin duda, demasiado…

              aunque confieso

              que como todas

               me aferro a los buenos momentos

               y sueño….

Una historia perdida

Hay una historia perdida

en algún sitio

que habla de fantásticas leyendas

y aspira a tomar cuerpo

en cualquier libro

como una mano invisible

de inmortal escriba

que teje estrofas, besos

cual sonidos

que anidan la cintura de tus ojos.

No hay lágrima que escape al año nuevo

y sin embargo,

aunque no lo parezca

los rayos de luz iluminan las hojas

del árbol que en el patio resucita

pese al viento fiero y a la escarcha.

Ningún corazón desfallece tanto

que no tenga reservas de esperanza.

Hay una historia pérdida

que está esperando tus abrazos.

¿Con quién caminas?

Te asombras cuando te pregunto

con quién caminas.

 Lo haces solo, respondes.

Te gusta recorrer las calles en silencio

observando el bullicio, la otra gente

que conversa o discute, que se ríe

o aquella que llora desde dentro.

Me dices que soy extraña cuando insisto,

entonces, si tú eres aquel que conversa, que discute

que se ríe y que llora desde dentro.

Aquel que imagina que camina solo.

La mirada es propia de tus ojos, tan propia, que no sabes con quién caminas

Visión

Sin ser sueño

bajo la oscuridad

el ojo avista

una multitud de códigos.

Las letras dominan el lenguaje

mucho más allá de los números.

No comprendo nada

pero no hace falta comprender

para maravillarae de sus combinaciones.

Como una estrella fugaz,

una figura geométrica

va relatando

el sonido interno de tus besos.

Versos de amor

Cuántos versos de amor han perecido

por sencillos que fueran pronunciados

en los labios, que el velo del olvido

ocultó en su dolor, agazapados.

Cuántos versos ajenos y olvidados

de un corazón de fuego enardecido

fueron puros, intensos y estrellados

como el cielo de abril al sol asido.

Cuánto duele sentir ese no olvido

que abandona la tarde en el abismo

de pensar que no fue lo que sí ha sido.

Y sin huella siquiera de sí mismo

sueña encontrar aquel sonido huido

y azota su agonía cual seísmo

en los versos de amor aún presentes

que recuerdan su brillo resilientes

Respira

Habitarse en ese espacio ajeno al yo

donde hogar es la quietud de los silencios.

Esa apacible calma de saberse, cual oleaje,

en la cintura de los mares

y apaciguar las mareas en origen

con coloridos tonos de sus aguas.

La materia es maleable

aunque no lo parezca

y nada parece irreductible.

Respira.