
La memoria miente
como una ratonera trampa
como un depredador ausente.
La memoria modifica la palabra
y pixela la imagen de postales
de sonrisas sin tiempo.
El recuerdo es un espejismo
en el que nos miramos
para no vernos desnudos.
Sea bueno o malo, idealizado,
personalizado, dramatizado,
no hay hilo que teja fuerte su textura
y mañana, aunque sea
por una coma, o un punto y seguido
nos será tremendamente diferente.
No hay verdad absoluta en una historia.
No existe pulcritud en un relato.
Saberlo nos hace humildes
y también libres
de la tirana emoción presente,
la reina del oráculo,
la puerta que abraza el engaño
de creernos seres temporalmente pasajeros.


