Letras para ti

(versión larga)

                  I

La palabra es como la mano de un ángel

y se hace piel humana en quien la sigue,

en aquel que recorre los designios,

de las doradas letras de su nombre.

Es ella quien te aparta, quien disipa

la atracción del vacío, el mensaje apocalíptico

en el juego imposible de los necios.

Es ella quien reverdece el arco iris

y apacigua los tonos del silencio.

Ella es generosa con los cuencos rotos,

amarillea y abraza sus grietas,

tomando forma de nube cristalina.

Y es ahí donde la palabra habita

con la pureza de un manantial

y en la fuerza de su correntía.

Quién la sigue y abraza, en ella encuentra,

el aroma que hace dulce su sendero

en las montañas de la noche.

Quién no encuentra acomodo, en ella halla

el bálsamo que regresa su mirada

bajo la enredadera de su rostro.

                   II

La palabra sana las heridas

las suaviza con el aceite de sus sílabas

Purga la viña y enardece de frutos

el verdor de su ramaje.

Ella, no te engañes, no precisa

presidir ejércitos asolados,

ni crecer en la sangre de los sacrificios

ni demostrar su fortaleza.

Ella no se reduce a un nombre,

no se visita en el espejo.

Habita en las llanuras de los rostros

sin importarle cómo le nominen.

Solo precisa que permitas

entrar en ti esa bendita ráfaga

y hará crecer en ti las mariposas

que con doradas alas enternecen

el corazón más duro.

Una melodía de amaneceres

que tiñen de celeste tus oídos,

en el alfabeto de sus mejillas.

Convergentes

Si pudiera,

revertir el viento,

y traerte,

galopando,

si pudiera,

alistarte,

en ocho puntos cardinales

a las coordenadas de la paz.

Si yo pudiera…

traerte,

no sería dificil

expresarte

que no hay tanta diferencia

entre la compostura de tu corcel,

y la sagacidad del unicornio,

la elegante figura de pegaso,

y los pies ligeros de Aquiles.

Si pudiéramos

apostarnos,

entre las manos tendidas,

manos abiertas,

en las trincheras de la vida

con la sola palabra de la Paz

Aquestos mares

 

Alborotado mar, en remolino eterno,

sobre la tempestad, del trono del averno

meciéndose en las olas del invierno

 

Tu fuiste trovador de campanas al vuelo,

de un pirata temido, entre llama y  bravura,

hermosa semejanza, pero tremenda duda,

la que ha de voltear en todo desconsuelo.

elegidas las armas reptiles en los duelos,

desbaratando en rojo todo suelo.

 

No era deseable terrible pasajero,

en conquistas y Estados, imposición y fuego,

en los mares del sur, también mares sin dueño

bajo bandera negra,

de su horizonte eterno

 

Navega velero mio, sin temor

Navega,

Quizá mañana haya paz

Quizá mañana no llueva

 

 

 

 

No más violencia

Lirios,

sobre las calles,

amordazando las espadas

amamantadas por Hera

Lirios,

contrarrestando

la ira,

atravesando audacias,

llegando,

con su pistilo,

a rozar  corazones,

purificando los ojos,

reuniendo las manos,

palma abierta y detenida

en el ultimátum a la violencia.

 

Lirios,

sobre las puertas

llamando a la Paz.